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Con el decreto para la reforma del mercado laboral todavía caliente y, cabría decir, sangrante, por las aceradas reacciones que está provocando, quién es el valiente que saca a relucir el recurrente problema de conciliar el trabajo con la vida privada. Ante el envite, algunos estarán tentados de decir que ésa ha dejado de ser una preocupación para dos millones de personas en edad activa desde que la crisis financiera contagió a España, mientras que otros creerán que, precisamente por el KO de la economía, no es el momento de regalar horas ni de atender necesidades personales.

Porque desde la superficie, parece que la conciliación sólo consiste en permitir la flexibilidad horaria –entrar más tarde o salir más pronto al compás del horario escolar, por ejemplo–, o en tener la posibilidad de trabajar desde casa algunos días, por citar algunas posibilidades. Visto así, la mayoría de los empresarios teme conceder un nuevo derecho sin contrapartida. Se podría objetar entonces que ni es de esperar que las altas tasas de desempleo duren siempre, ni se trata de ser comprensivo con los problemas de cada empleado, eliminando controles o renunciando al retorno de la dádiva horaria. En realidad, los defensores de introducir medidas de flexibilidad —como, entre otros, María Dolores Dancausa, CEO de Línea Directa Aseguradora— la ven como una inversión y una buena oportunidad para que tanto las empresas como toda la sociedad ganen competitividad y empleos.

Precisamente ahora. ¿Qué puede esperar una empresa que abrace la conciliación? Primero, volverse más atractiva hacia dentro y hacia afuera. Atraerá mejores perfiles y retendrá más tiempo a los profesionales que le interesen, ahorrándose los costes de buscar nuevos empleados y formarlos; segundo, reducirá el nivel de estrés y el absentismo. «La guerra por el talento va a continuar, a pesar del paro», advertía esta semana Pablo Pastor, director de recursos humanos de IBM España, en el ‘I Encuentro Europeo sobre Conciliación y Calidad de Vida’. Los impulsores del evento son la Dirección General de la Mujer de la Comunidad de Madrid y el Instituto Sodexo para la Calidad de Vida. La situación demanda, pues, un giro copernicano. «Hay que introducir nuevas medidas para evaluar el desempeño», defendía también Pastor. No es el primero en advertir que, mientras se premie la presencia y no el resultado, no se logrará aumentar sustancialmente la productividad y la competitividad empresarial, en las que, por cierto, España aparece siempre en las últimas posiciones mientras encabeza los ránking de horas trabajadas al año, cuartos en el mundo, primeros en Europa. «El lugar de trabajo está roto». IBM es un ejemplo de que es  cambio es posible porque un tercio de los empleados no pasa ya por la oficina.

Además, las transformaciones sociales, fruto del envejecimiento de la población, la creciente incorporación de la mujer al trabajo y la aparición de familias monoparentales, ofrecen otro tipo de oportunidad, la de crear empleo en el sector de los servicios a la persona, que engloba el cuidado de niños, mayores y dependientes, así como actividades relacionadas con el mantenimiento del hogar. Algunos países están aprovechando para profesionalizar dicho sector y permitir, sobre todo a mujeres, tener un empleo reglado. Es el caso de Italia, Bélgica y Francia. Este último creó en 2006 una agencia nacional que incluso cofinancia con las empresas el pago de estos servicios a la plantilla. El sector sumó allí el año pasado 11.000 puestos y, a pesar de la crisis, prevé 20.000 más en 2010.

Reconocimiento social

Parece increíble que desde hace una década se den en España galardones a las empresas que se han distinguido por su flexibilidad. Pero es cierto. El Premio Empresa Flexible llega este año a la novena edición. En 2009 se presentaron casi 1.800 candidaturas. La Fundación Alares, por su parte, acaba de reconocer a instituciones, empresas y profesionales por sus iniciativas de conciliación. En la cuarta edición han ganado el Ayuntamiento de Alcobendas, Kellogg’s, Caja Rural de Soria, Formar-se Estrategias, Fundación Madrid Excelente y la UNED, entre otros.