«Arrieritos somos y en Selectividad nos encontraremos», decían muchos profesores en aquellos tiempos en los que las siglas COU no necesitaban ninguna aclaración —ahora sí, Curso de Orientación Universitaria—. Sin embargo no ha sido hasta una década después, cuando Formación Profesional y Bachillerato han terminado confluyendo en la lucha por la ‘misma plaza’ en la universidad, que esta amenaza se ha cumplido. Hoy en el camino se cruzan no sólo ellos, también orientadores y maestros de ambos lados de la Educación Superior, para abordar un nuevo sistema de acceso a la universidad que pone a ‘prueba’ hasta a los más diestros en esto de las probabilidades académicas. Porque ya no basta con explicar —por enésima vez— que la nota de corte no está relacionada con la dificultad de la carrera, sino con la matemática entre plazas disponibles y notas de los alumnos que la solicitan. Ahora ese cálculo llega antes, cuando el ‘examinando’ tiene que valorar si se presenta a la parte obligatoria de las pruebas —Lengua y Literatura, Idioma extranjero, Historia de España o de la Filosofía y otra que haya elegido el alumno—, que supone un 40% de la nota final junto con el expediente del Bachillerato (que cuenta un 60%), o  también concurre en la fase específica —compuesta por hasta cuatro exámenes—, que permite subir esa nota hasta cuatro puntos.

Nueva selectividad

«Ésa es la principal diferencia con respecto a anteriores pruebas», comenta Margarita Barañano, presidenta del Tribunal Regional de Selectividad de la Comunidad de Madrid, en alusión al cuarto ejercicio obligatorio y los otros cuatro específicos —y voluntarios—, cuyas materias son a elección del estudiante. «De hecho, el primero no tiene por qué corresponder a una materia cursada en 2º de Bachillerato —prosigue en su explicación—; un alumno de Ciencias de la Salud puede examinarse de Historia del Arte y otro de Biología, decantarse por Humanidades». Y con las segundas todo lo contrario: «Dependerá de la valoración que le dé a cada asignatura la universidad donde quiera cursar la carrera». Es decir, que la institución de destino decidirá qué ejercicios de los realizados en esta parte,  dos como máximo de los cuatro, servirán para subir nota  según la carrera y sumar hasta cuatro puntos extra.

Por si fuera poca novedad, aquí otra diferencia con respecto a la anterior Selectividad: los estudiantes que hayan cursado algún título de Formación Profesional, que a partir de este año optan a las mismas plazas que los de Bachillerato, también pueden subir nota —en su caso de expediente; no se examinan de fase obligatoria— por esta vía llamada ‘específica’.

Así las cosas, y partiendo de que los centros hayan hecho sus deberes y definido sus criterios de ponderación por pruebas optativas, el alumno de Selectividad 2010 no tendrá que hacer nada más una vez concluya sus exámenes —según Barañano, la mayoría están realizando los cuatro obligatorios y sólo dos optativos— porque las reclamaciones y la preinscripción serán idénticas. Sólo las notas de corte cambiarán, ya que en teoría podremos encontrar hasta un 14…  Y por eso, otro cantar será el de aquellos que con sus notas del año pasado —sobre 10— quieran cambiar de titulación.

Las claves de la nueva selectividad

  • Fase obligatoria:
    – Lengua y Literatura
    – Lengua extranjera
    – Historia de España o de la Filosofía
    – Materia de la modalidad de Bachillerato (Artes, Ciencias y Tecnología, Humanidades y CC. Sociales) que elija el alumno.
  • Fase voluntaria: Hasta cuatro pruebas relacionadas con la rama del conocimiento de la titulación a la que desea acceder el alumno, aunque no se hayan cursado en 2º de Bachillerato. De estos ejercicios, cada universidad ponderará la nota de los dos que estén más relacionados con la carrera solicitada entre un 10% y un 20%. Es decir, por examen perfecto se sumará un punto y, si además, el centro ha señalado la materia examinada como prioritaria se sumarán dos (cuatro en total como máximo).