Cuando en 1994, el presidente mundial de Norman Broadbent contrató a Krista Walochik para lanzar la empresa en nuestro país, pensó que algo no le cuadraba. «Venía buscando un hombre, español, moreno, de treinta y tantos, y soltero. Y se fue con una señora rubia, con una niña de dos años y extranjera». La protagonista evoca la anécdota no sin cierto orgullo: «Diez años después, cuando me lo confesó, España era el único país dentro de Norman Broadbent que había sido rentable». Sin embargo, la actitud de su superior era lógica. La presencia de mujeres en la búsqueda y selección de directivos (también conocidos como ‘headhunters’ o cazadores de talento) se limitaba a casos anecdóticos. Casi dos décadas después la mujer ha encontrado su sitio en estas firmas, aunque los puestos de responsabilidad siguen limitados. «El porcentaje de mujeres en la dirección general puede que no llegue al 15%», se aventura a calcular Walochik.

Hace unos días se celebró en Madrid la cumbre anual de la Association of Executive Search Consultants (AESC). En la clausura del evento, que reunía a las 20 firmas de la AESC en España, compartían conclusiones cerca de treinta hombres y unas ocho mujeres, la gran mayoría con cargos de primera línea. ¿Significativo? «Parece que nos hemos puesto todas de acuerdo para venir, pero la proporción no es, ni de lejos, tan alta», comentaba Sonia Mª Pedreira de Pinho, consejera delegada de la firma Odgers & Berndtson, durante el encuentro. Para Pedreira, que lleva más de veinte años en este sector, trabajar en un ámbito eminentemente masculino no es nada nuevo. «Siempre he sido ‘la primera’ o ‘la única’. Pero nunca me ha preocupado. Si te obsesionas con el tema del género, los demás también», afirma, aunque recuerda que, en sus inicios, algunos clientes pensaban que era la secretaria.

Esta situación no es más que un reflejo de lo que sucede en la empresa española. 2009 se cerró con 50 mujeres en los consejos de administración del Ibex-35. Para saber el número de hombres, basta con multiplicar por diez. Puri Paniagua, socia de la consultora de alta dirección Neumann International desde hace tres meses, encuentra también similitudes con Recursos Humanos. Alude a un reciente estudio, de Wellcomm, según el cual sólo cinco empresas del índice bursátil español (Gamesa, Inditex, Indra, Criteria Caixa Corp y Sacyr) tienen al frente de esta área a una mujer. «Es poquísimo. En puestos de base hay muchas mujeres».

Tras más de quince años de experiencia en Norman Broadbent —ahora es presidente y consejera delegada en España—, Krista Walochik ha encontrado una explicación a esta escasez femenina dentro de su sector. Para empezar, ella cree que sí hay muchas mujeres, la cuestión es dónde. «En las posiciones de investigación se invierte la proporción de géneros —afirma—. Tradicionalmente las ocupan mujeres, el problema es que para ellas la carrera se paraba allí; quien pasaba por ‘research’ jamás llegaba a ser consultor». Walochik cree que ahora la permeabilidad es mayor, sin embargo, apunta a que muchas montan su propio negocio para seguir evolucionando. Así lo hizo Mónica Pérez Hurtado. Después de años fogueándose en la empresa, se pasó al ‘executive search’, donde ha trabajado en Bao & Partners y en Leader Trust. En este tiempo no ha encontrado barreras, de hecho en Leader Trust se incorporó como socia, pero ella tenía su propia idea del ‘headhunting’ —«más allá de la búsqueda y selección»— y le apetecía desarrollarla. Así nació Bestalent, de la que es socia directora.

En la trayectoria de Mónica hubo un momento decisivo. Llevaba seis años en una consultora cuando tuvo a su primer hijo, y seis meses después se quedó embarazada del segundo. «Me encantaba mi trabajo y me dieron facilidades, pero vi que para hacerlo bien no podía… Así que cambié de sector y me fui a Pfizer». Para Sonia Pedreira, esta decisión es muy acertada. «Si el trabajo se convierte en un sacrificio por temas personales, conviene cambiar de rumbo», aconseja. O, quizá, poner condiciones, como hizo Krista Walochik cuando la propusieron para chief operating officer de su firma en 2004. Antes de aceptar el puesto pactó trabajar la mitad de la semana en Reino Unido y pasar la otra mitad en España, con su marido y su hija. «Quince meses después me nombraron la primera mujer CEO». Pese al precio que pagó por la movilidad, Krista, como el resto de las consultadas, siente verdadera pasión por su trabajo. «Tal y como lo entiendo, soy una casamentera, hay un planteamiento, varios aspirantes y nosotros hacemos confluir dos caminos. Cambiamos vidas y empresas», resume con satisfacción.

Todas las entrevistadas esperan que en una década se aproximen los porcentajes y que sus casos dejen de ser excepciones, algo que, de producirse en todo el organigrama, y, según cálculos de Goldman Sachs, incrementaría en un 19% el PIB español.