Las cosas suceden, de una manera u otra. Encontrar un trabajo puede convertirse en una tarea difícil en momentos en los que la demanda supera la oferta. La capacitación del individuo debe de prevalecer y hacerse notar siempre sobre la de los demás. Una clave para el éxito que muy pocas veces es aprovechada, por el conformismo que demostramos para hacernos con una vacante. Cuando lo que debiéramos de hacer es transmitir positivamente actitudes que reflejen las ganas de incorporarnos a la empresa y de hacer cosas de provecho para ella.

Las actitudes siempre son más importantes que las aptitudes. A lo largo de nuestra vida somos protagonistas de acontecimientos cotidianos que van marcando y forjando tanto nuestro carácter como nuestra forma de relacionarnos con los demás. Terminamos siendo lo que hacemos, no lo que decimos. Porque así es como nos ven los demás, y con nuestros actos nos definimos en nuestras relaciones sociales y en la forma en que interactuamos en la sociedad como individuos.

La formación y la educación reivindican un papel muy importante, y nuestra actitud ante las cosas es la que forja, con el tiempo, el carácter de cada uno de nosotros. No nos damos cuenta de ello, pero la predisposición para hacer las cosas es la que consigue que seamos mejores en muchas de las tareas que debemos de afrontar ante la vida.

La mayor parte de las veces, sobre todo cuando llevamos mucho tiempo buscando un empleo, no nos damos cuenta de que nuestra actitud en cada una de las fases de la búsqueda puede marcar la diferencia entre ser elegido o ser descartado para el puesto. Y soy consciente de que, la gran mayoría de las veces, es muy difícil desvincularse del tremendo peso moral y de la enorme carga anímica que supone ser consciente de ser un parado de media o de larga duración. Sobre todo porque muchas veces no somos dueños de nuestro destino. O eso es lo que parece.

Sin embargo, podemos tratar de hacer que las cosas cambien o se tiñan de un color menos ocre y oscuro.

A la hora de buscar un empleo todo afecta. Influye la forma en que nos sentemos ante nuestro ordenador para revisar el correo o para buscar las ofertas en nuestro portal de empleo favorito. Influye cómo leamos y busquemos diferentes twits o publicaciones en el muro. Influye todo en muchas y variadas formas y colores. Y es que todo es cuestión de actitud. Ya que con ella nos terminaremos presentando ante nuestros contactos: en las redes sociales y en la vida real.

Nos afecta porque cuando creamos haber encontrado un puesto de trabajo acorde con lo que queremos hacer, o que se pueda adaptar a nuestras capacitaciones, incluirá la forma en que queremos optar a él.

El primer paso será confeccionar y redactar una carta de presentación. Breve, sucinta, intensa, atractiva… Nuestra predisposición para ello debe de ser total. Tenemos que conseguir (no tratar de hacerlo, sino darlo por hecho) que de verdad queremos ese puesto de trabajo. Que estamos hechos para él.

Hemos de redactar cada palabra de la carta pensando en qué es lo que haríamos si estuviéramos desempeñándolo. Porque tenemos que estar convencidos de que ese puesto de trabajo está hecho para nosotros.

Así, la visión que debemos de transmitir tiene que ser la de que no estamos buscando un trabajo, sino que queremos desarrollar una profesión. Y que el puesto al que estamos optando es el paso necesario para ello. La confianza en nosotros mismos es fundamental. Pero también lo es la seguridad que demostremos para transmitir cada una de nuestras aptitudes desde el principio.

Hay que tener en cuenta que cuando optamos a un puesto de trabajo, quien va a leer nuestra carta de presentación o nuestro currículo, no nos conoce de nada. Podemos engañarle, mentirle, contarle cuentos chinos. Todo lo que le digamos será lo que se crea de nosotros.

Con esto no quiero decir que tengamos que hacerlo. Lo que os trato de hacer ver es que un completo desconocido tiene que confiar en otro completo desconocido. Y lo que digamos de nosotros, pero sobre todo cómo lo digamos, va a ser lo que marque la diferencia entre que nos llamen para una entrevista de trabajo, y que no lo hagan.

Todo en esta vida es más cuestión de actitud, que de aptitud. Y no es tanto cuestión de hacer creer a los demás algo que no seremos nunca, y frivolizar sobre ello, como demostrar a los demás de lo que somos capaces transmitiendo nuestras cualidades de una forma sincera, apasionada y veraz.

Pero sobre todo, con el convencimiento de que todo lo que estamos haciendo, desde el momento en que estamos buscando un empleo, va a servirnos para forjarnos como profesionales, y sobre todo como personas. Porque el mejor profesional, siempre ha de ser una persona excepcional.

Y todos sois capaces de ello.

@AntonioVChanal
Coach y Formador en Redes Sociales