La agilidad de la autogestión del aprendizaje es uno de sus principales beneficios. La formación autónoma redunda en la motivación y creatividad del personal. Contar con un equipo autónomo que practique el aprendizaje organizacional continuado servirá para que la empresa optimice el capital humano. Consigue potenciar cada perfil siguiendo las 4 fases del modelo de Winnie y Hadwin.

Por qué potenciar la autogestión del aprendizaje

La autogestión del aprendizaje es uno de los objetivos para 2025 recogidos en el informe The future of jobs 2020 del Foro Económico Mundial. Entre las habilidades más demandadas estarán también la flexibilidad y la adaptabilidad al cambio.

Buscar la motivación para la formación autónoma es uno de los mayores valores de los perfiles actualmente. Además, dada la volatilidad de los entornos laborales, es necesario y deseable mantenerse en el aprendizaje continuo.

Esto significa que sobre el tronco de la formación inicial deben irse sumando otros aprendizajes. Entre los beneficios de esta forma de desarrollar la carrera profesional cabe destacar los siguientes:

  • Experiencia del empleado: al poner en el centro a las personas mejoras su experiencia. Refuerzas su autoconfianza y autoestima. Logran mayor satisfacción en su crecimiento personal y laboral. Tienen plena autonomía y control sobre sus acciones formativas, procesos y resultados.
  • Aprendizaje colaborativo: fomenta el ambiente de compañerismo y mejora el clima laboral.
  • Agilidad en entornos híbridos: al prescindir de la presencialidad en muchos aspectos, la autogestión también facilita las dinámicas y fomenta la creatividad y la innovación.
  • Aprendizaje corporativo: refuerza la marca empleadora. Este tipo de aprendizaje es organizacional, es decir, está alineado con la cultura corporativa. Al potenciarlo, mejoras tu reputación y te posicionas en el mercado de manera competitiva.
  • Liderazgo compartido: al no contar con una dirección fija, los trabajadores que se ocupan de su aprendizaje rotan en los puestos promoviendo estructuras como las comunidades de aprendizaje en la empresa. En ellas, cada agente contribuye al conocimiento del resto en un proceso continuo de enseñanza-aprendizaje.

 

Implementación y seguimiento del plan formativo

En primer lugar, es recomendable que el liderazgo correspondiente se preocupe por la identificación de necesidades y objetivos de aprendizaje de la plantilla. Aunque el proceso de aprendizaje organizativo sea autogestionado, puedes analizar y proponer una hoja de ruta.

Las plataformas de e-learning han facilitado el seguimiento y control de la consecución de objetivos. Además de dar la oportunidad a participar de manera autónoma a un gran número de trabajadores en formación.

Los recursos que pongas a disposición del personal también van a condicionar el éxito de los planes formativos. La implementación según el modelo de Winnie y Hadwin sigue las siguientes 4 fases:

  • Acercamiento a la tarea: valora el punto de partida y su nivel de motivación y compromiso para poder comenzar con el desafío.
  • Fijación de metas: son relativas y singulares para cada trabajador. Tiene en cuenta los recursos y sus posibilidades para alcanzar los objetivos.
  • Puesta en práctica del plan: para llevar a la acción, cada empleado pone en juego sus habilidades y competencias.
  • Reorientación: es habitual no alcanzar los objetivos en un primer intento. Por ello, es clave aprender de los errores para variar en la utilización de recursos.