Carme Castro, coach y socia de Kainova.

La contratación de un «coach» en el ámbito profesional se está convirtiendo en un hábito como instrumento para realizar cambios que potencien el talento de la persona que realiza el proceso de «coaching» y, de esta forma, incrementar su productividad y resultados.

Esta metodología aplicada a colectivos, «coaching» grupal o «coaching» de equipos, además de potenciar el talento de las personas involucradas en el proceso, permite cohesionar equipos y alinear el objetivo. Hasta ahora el «coaching» ha sido una herramienta para mejorar y desarrollar habilidades de las personas, colectivos u organizaciones, pero, gracias a su potencial, se está convirtiendo en una herramienta muy eficaz para resolver situaciones conflictivas o críticas en las empresas.

En la actualidad, derivado de la coyuntura económica, las empresas están sometidas a cambios organizacionales, de reestructuración o de estrategia. Se trata de una situación que altera el ritmo profesional de las personas de la empresa, produciéndose conflictos de difícil resolución en el complejo contexto de la organización.

Realizar un proceso de «coaching» en esa situación permite llevar a cabo esta transición reduciendo considerablemente la gestión del cambio y resolviendo de forma eficaz los conflictos derivados de ella.

El proceso trabaja con las personas y con las situaciones derivadas de un entorno de incertidumbre –cambios de funciones, de compañeros–, de tal modo que toman conciencia de su rol en esta situación y buscan soluciones para afrontar con éxito los nuevos retos profesionales. Por tanto, puede incluso favorecer dar un giro de 180 grados a la situación y enderezar el rumbo empresarial hacia mejores resultados y a un incremento de la productividad.

Para resolver una situación de cambio, conflicto o crisis en la empresa, en primer lugar hay que definir los objetivos inmediatos de la empresa y de las personas vinculadas al proceso de «coaching». A continuación, hay que aplicar la metodología más adecuada, ya sea para potenciar competencias de liderazgo –«coaching ejecutivo»– o para ayudar a equipos de trabajo u organizaciones a alcanzar sus objetivos profesionales –«coaching grupal», «coaching de equipos» o «coaching organizacional»–.

Además, el «coaching» es una excelente herramienta para incrementar la productividad –con porcentajes de incremento de hasta un 20%– favorecer una mejora en las relaciones interpersonales e incrementar la implicación de los profesionales con la organización y con su equipo. Todo ello es consecuencia del principal objetivo del «coaching»: los cambios, potenciar  el talento del equipo humano para conseguir sus objetivos.