Trabajar en una organización donde haya un buen clima laboral está dentro del top cinco de características que debe tener  una empresa para que sea atractiva como empleadora. Aunque también, el clima en la empresa no solo lo templa el aire acondicionado, sino que es producto de la buena marcha de las relaciones interpersonales dentro de la organización. En un ambiente enrarecido, donde se respira la desconfianza y la negatividad, siempre hay un epicentro. Se trata de un ecosistema muy nocivo en el que habita plenamente adaptado el empleado tóxico.

¿Cómo se envenena el ambiente laboral?

Se considera un empleado tóxico a esa persona que genera un mal ambiente en su entorno de trabajo de una forma estudiada e implacable. Manipula las circunstancias lanzando falsos rumores y provoca actitudes negativas entre quienes están bajo su área de influencia, como el ocultamiento de información, el boicot o incluso el acoso laboral hacia otros compañeros.

Tiene una influencia muy negativa en los equipos de trabajo, ya que contagian esa actitud nociva entre quienes les siguen y consiguen crear un clima de desconfianza y desmotivación.

Las consecuencias negativas sobre la organización que tienen este tipo de personas es mayor cuanto mayor es su responsabilidad en la empresa. El jefe tóxico hace valer su cota de poder para promover el acoso laboral.

Un empleado tóxico ¿nace o se hace en una organización?

Saber detectar al empleado tóxico pasa por reflexionar sobre cuáles han sido las condiciones que se han propiciado en la empresa para que se produzcan estas actitudes. En ocasiones se recurre a este tipo de personas para que ejecuten decisiones incómodas que se toman desde la dirección, como pueden ser los despidos. Después esas personas permanecen en la organización y pueden llegar a ser marca de la casa. El mal ambiente que se crea llega a ser tan letal que se produce una fuga continua de talento, a la vez que se lanza el mensaje al resto de empleados de que esa conducta es adecuada, multiplicándose el efecto negativo.

Otras veces el empleado tóxico es fruto de un problema de encaje con los valores de la empresa. Personas que no saben adaptarse o cuyas expectativas se han visto frustradas o han tenido una mala acogida por parte del resto, debido a que ha generado dudas su valía o la forma sobre cómo han accedido a un puestos de relevancia, como un enchufe.

Desincentivando la toxicidad

Probablemente, detectando a tiempo actitudes irrespetuosas y teniendo una buena política de comunicación interna que desactive la posibilidad de la rumorología negativa de la que se nutre este tipo de personas, se pueda reconducir a un empleado tóxico hacia una actitud más prosocial que mejore el clima laboral. Una vez detectadas las causas, construir los mecanismos para desactivar este proceder en vez de ignorarlo evitará que se propague. Cuestiones como, por ejemplo:

  • Hacer frente a este tipo de personas que se nutren de la cobardía o el miedo que provocan.
  • No premiar estos comportamientos negativos.
  • Programar reuniones periódicas e individuales que sirvan, además de para evaluar resultados, para detectar este malestar.

El empleado tóxico existe y lo más beneficioso para una organización es descubrirlo y tomar decisiones al respecto. Pero también hay que tener en cuenta que las conductas tóxicas se instalan en las empresas y las alejan de un buen clima laboral que pueden frenan su buena marcha. Por lo que es importante plantearse: ¿se está procurando la felicidad en nuestra empresa?