Por Xesco Espar, autor de ‘Jugar con el corazón’ y conferenciante de Thinking Heads

A lo largo de los últimos años, los libros acerca del liderazgo han proliferado como nunca antes en la literatura de ‘management’. Se han escrito decenas de teorías sobre cómo tratar, dirigir, motivar o recompensar a tu equipo. Sin embargo, en la mayoría de ellos, he echado en falta un tema clave: ¿cómo se viven los valores dentro de ese equipo?

Parece que los líderes, por el mero hecho de llevar ese cartel, se pueden convertir en ‘supermanes’ capaces de dirigir al equipo hacia cualquier meta. El resultado suele ser líderes que no sólo no saben trabajar en equipo sino que están ajenos a esos valores que precisamente construyen el tan deseado espíritu de equipo. Por mi experiencia en equipos de alto rendimiento destacaría cinco valores imprescindibles para diferenciar un grupo de un equipo y conseguir la sinergia que hace que el resultado del equipo sea superior a la suma de las aportaciones de sus componentes.

Generosidad. Los integrantes de un equipo deben ser generosos en su entrega. Esto se manifiesta especialmente cuando tienen que sustituir a otro compañero que no puede cumplir su tarea y, en beneficio del objetivo colectivo, hacer el trabajo por él. Sin quejas y sin esperar más agradecimiento que el convencimiento de que el compañero lo hará por nosotros cuando lo necesite el equipo.

Humildad. Para poder ser ayudados debemos permitirlo. Y eso no es siempre fácil. En los equipos de alto rendimiento la confianza en uno mismo y el ‘ego’ personal hacen, inconscientemente, difícil renunciar al protagonismo de aparecer en primera línea. Ser humilde para reconocer nuestras limitaciones y para dejar brillar a los demás cuando es su turno es una necesidad para que el rendimiento del equipo se mantenga en lo más alto.

Entusiasmo. El que en un equipo se respire un clima positivo depende directamente del entusiasmo de sus integrantes. El entusiasmo es contagioso, ¡y su ausencia también! Por ello debemos preocuparnos siempre de que el número de entusiastas sea mayor y que éstos contagien su optimismo al resto. En ese ambiente, todos los integrantes del equipo se ven inspirados para alcanzar su máximo potencial.

Compromiso. En algún lugar del proyecto siempre va a haber malos momentos: momentos en que vamos por detrás de los plazos, momentos en que hay que repetir trabajos, momentos en que surgen circunstancias imprevistas… Ahí es donde aparece el compromiso: el compromiso aparece cuando la diversión se acaba.

Confianza. La confianza es el valor que hace perseverar ante las dificultades. La mejor forma de construir la confianza en el equipo es hacer patentes los logros que se van alcanzando y felicitar al equipo por ellos. Demasiadas veces los líderes sólo sorprenden a sus colaboradores cuando deben corregir algo.

La inmediatez de los resultados en los equipos deportivos hacen del trabajo en equipo una imperiosa necesidad. Si la generosidad, la humildad, el entusiasmo, el compromiso y la confianza los convierten en extraordinarios, seguro que ayudan a mejorar el rendimiento de un equipo en cualquier ámbito empresarial.

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