El absentismo es una circunstancia con la que la empresa debe contar, pues la plantilla se compone de personas, no de máquinas. Es decir, por un motivo u otro faltarán al trabajo. La cuestión es medir cuánto sucede y si ese índice se puede reducir. Para ello hay que detectar las causas. El absentismo emocional es el que se debe a una causa no física; en concreto, a una falta de motivación.

Hay varios tipos de absentismo laboral. El emocional es el menos visible porque una persona puede estar presente en su puesto de trabajo pero ausente en su implicación en el trabajo.

La falta de implicación emocional con la empresa

No trabajar con implicación supone que la empresa está perdiendo el corazón de la fuerza del trabajo. Para entenderlo hay que remitirse al origen del contrato entre la persona empelada y la empresa. Hay que ser consciente de lo que la empresa está pagando cuando abona un salario. Está abonando el coste de tener a alguien en un puesto de trabajo desempeñando una labor. No está pagando la implicación de esa persona porque, en realidad, eso es impagable. La implicación nace de la voluntad de la persona, no es una mercancía con la que se pueda comerciar. Y es precisamente la implicación la que obra maravillas en una empresa. De lo contrario, se cuenta únicamente con personal que viene a cubrir el expediente.

Gracias al compromiso y la implicación de las personas contratadas, la empresa puede realmente avanzar y mantenerse. Esa la base y el secreto del éxito de muchas compañías. Especialmente las que se benefician de cualidades humanas irremplazables, como la atención al público, la innovación o la creatividad.

Así pues, si en tu empresa se observa una tendencia al absentismo emocional, conviene revisar la satisfacción de la plantilla. Detectar cuál es la fuente de su mayor descontento y estudiar si se puede mejorar en algún aspecto para conseguir revertir de esta tendencia. No hablamos de casos aislados. El absentismo emocional también se puede deber a causas externas, a situaciones personales. Sin embargo, cuando es una tendencia común, la solución no es sancionar, sino revisar los índices de contento.

Implicación emocional con la empresa

Cómo reconocer el absentismo emocional y ponerle fin

El absentismo emocional se puede observar e incluso medir, llegado el caso. De hecho, conviene hacerlo si se van a llevar a cabo acciones para reducirlo, pues esta medición mostrará los avances. Los síntomas que se pueden observar en la plantilla son los siguientes:

  • Falta de sensibilidad con las necesidades de clientes y proveedores. Cuando se está demasiado preocupado por uno mismo o completamente desganado, las necesidades de los demás se hacen transparentes.
  • Dejadez en el desarrollo de labores de equipo. La falta de motivación por desarrollar actividades conjuntas puede venir del fracaso que se produce cuando se ha intentado hacer en otras ocasiones.
  • Descontrol emocional y falta de confianza. Suele estar relacionado con una supervisión excesiva y un sistema donde se frena la iniciativa.
  • Grandes dificultades a la hora de desarrollar una tarea creativa o innovadora. Esta situación tiene el mismo origen que la anterior, un sistema demasiado autoritario donde las personas no pueden tener expectativas de mejora y superación.

La solución al absentismo laboral no pasa por exigir que el personal se implique. La empresa debe dar el primer paso y comprometerse a llevar a cabo medidas que reduzcan esta tendencia. En este blog hemos hablado de ellas en varias ocasiones. Nos referimos a instaurar un salario emocional, facilitar la conciliación, favorecer el ambiente laboral, definir una cultura corporativa, diseñar planes de carrera o revisar la acción de los mandos intermedios. En definitiva, hacer todo lo posible por aumentar el engagement.