WORKING GIRL

Sumisa, bloc de notas en ristre y sin despegarse de un alto ejecutivo. La imagen que aparece en esta página, un fotograma de la película ‘Armas de Mujer’ (1988), sintetiza a la perfección el estereotipo que la figura de la secretaria ha tenido hasta hace bien poco. Sin embargo, Melanie Griffith (Tess en la ficción) demostraba en la cinta aludida todo lo contrario; gracias a su esfuerzo y pericia conseguía no sólo desenmascarar los fraudes cometidos por su superior (Sigourney Weaver/Katharine Parker), sino que, además, guiaba a otro directivo (Harrison Ford/Jack Trainer) en una fusión que le daría el reconocimiento que le correspondía.

Ésta es, metafóricamente hablando, la trayectoria que la asistente, secretaria o auxiliar ha recorrido durante las últimas décadas hasta ser considerada una de las piezas más importantes, no de un departamento, sino de toda la empresa. Yolanda Álvarez, socia fundadora de Secretariaplus.com y actual directora general de Profesionalia, recuerda que cuando creó esta red la secretaria «parecía que sólo se dedicaba a gestionar la agenda del jefe y redactar documentos». «Nos costaba horrores que una empresa viera la necesidad de formar a una auxiliar», prosigue Álvarez, quien fundó su empresa en un momento en el que, al menos, había un módulo de FP—regulado por el Real Decreto 1658/1994 del 24 de julio del Ministerio de Educación y Ciencia— que establecía la capacitación de estas expertas en la multitarea.

Isabel Blas, licenciada en Ciencias de la Información, recuerda en su libro ‘Al servicio de Su Majestad… el jefe’ (Ediciones Bubok) que, cuando ella empezó, hace más de cincuenta años, la formación era la recibida en el Servicio Social obligatorio de la Sección Femenina de la Falange, de cuyos seis meses, «tres los pasabas en una oficina». Entonces, la preparación se adquiría con la práctica y, en el caso de Blas, que fue ganadora del concurso ‘Mejor Secretaria SIMO’ en 1971, ésta se desarrolló en diferentes empresas españolas y estadounidenses del sector privado y en el Banco de España. Su batalla diaria era con el télex y la Lexicon 80, dos herramientas que han quedado ya en el olvido: «La evolución derivada de las nuevas tecnologías es maravillosa. En aquella época hasta poner una nota a pie de página era una tarea compleja y terminabas por decirle al jefe: ‘Por favor, no añada usted más’».

Pero no todo ha cambiado. Si hay algo invariable, independientemente de los medios —»Podías encontrar hasta dos secretarias en un mismo ordenador», reconoce Blas en su libro—, ésa es la polivalencia de la secretaria: «Tienes que desempeñar muchas tareas a la vez, manejar informes, elaborar ‘briefings’  y presentaciones de productos, organizar viajes, eventos…»

Estas «directoras en la sombra», como las califica Yolanda Álvarez, se cuentan hoy por cientos de miles en España, en concreto, millón y medio. Muchos y muy diferentes perfiles que, aunque poco a poco han visto su tarea reconocida —»mejor formación y retribución a cargo de la empresa y reconocimiento de compañeros y jefes…», comenta Álvarez—, se encuentran con un escollo difícil de salvar, la imposibilidad de promoción: «He vivido algún caso de ‘sucesión’ de directivos por  sus secretarias, pero no es lo común». Sí lo es, en cambio, invitarlas a participar en la génesis de proyectos mientras avanzan de departamentos de base a dirección en pro, no de su reconocimiento como tal, sino de su fidelización, ya que «en sus manos está gran parte de la compañía».

Esos son, precisamente, los sueños de Analore Lucas, recepcionista en Profesionalia, que a sus 27 años reconoce su vocación por «llegar a un departamento en el que me pueda desarrollar». Tanto a ella como a esta figura, en general, todavía le queda camino, pero ya está en la buena senda. Como decía Carly Simon en la canción de cabecera de ‘Armas de Mujer’, «let the river run» ,[deja al río correr].