Poco a poco, las empresas empiezan a entender que cuidar la salud mental de sus equipos no solo mejora la motivación, sino que también influye de forma directa en la productividad, la fidelización y la reputación corporativa. Sin embargo, este interés creciente también ha traído consigo un riesgo: el Wellbeing Washing. Un fenómeno cada vez más habitual, que consiste en proyectar una imagen de empresa saludable, sin que exista un compromiso real con políticas sólidas que lo respalden. Te contamos en qué consiste y cómo construir una cultura del bienestar que sea real.
¿Qué es realmente el Wellbeing Washing?
Cuando hablamos de Wellbeing Washing (en castellano, lavado de bienestar), nos referimos a esa brecha entre lo que las empresas dicen y lo que realmente hacen en materia de bienestar emocional. En un momento en el que la sostenibilidad, la diversidad y la responsabilidad social están muy presentes en la agenda empresarial, la presión por «parecer» una empresa comprometida puede llevar a realizar acciones inútiles o que no se corresponden con el día a día de los empleados.
Por ejemplo, ofrecer charlas sobre estrés laboral al equipo mientras se mantienen cargas de trabajo inasumibles, hablar de conciliación pero no permitir una flexibilidad real o publicar contenidos motivadores en redes sociales, pero no escuchar a los empleados. Ahí es donde el Wellbeing Washing se convierte en una amenaza real para la credibilidad interna y externa de las organizaciones. Este tipo de incoherencia genera desconfianza, desmotivación y un clima laboral que, lejos de mejorar, se deteriora.
Un contexto empresarial en pleno cambio
Según los datos que hemos recogido para el último Informe Infoempleo Adecco, hasta un 65,63% de las compañías consultadas afirman que todavía no han implementado las nuevas medidas de RSE y Sostenibilidad de la futura transposición de la Directiva Europea CSRD, que exigirá más transparencia en materia ambiental, social y de gobernanza.
Entre las organizaciones que sí han avanzado, la mayoría lo ha hecho solo en cuestiones ambientales: el 87% ha adoptado medidas para un uso más responsable de los recursos y para reducir su huella energética, y ocho de cada diez han aplicado acciones relacionadas con energías renovables o reducción de la contaminación. Sin embargo, solo la mitad dice contar ya con medidas de conciliación reales.
El informe también señala que el empleo sostenible -aquél que genera ingresos, oportunidades y un impacto positivo en la sociedad y el medioambiente-, apenas está desarrollado: un 71,88% de las empresas consultadas reconoce no haber implementado medidas en esta línea. No obstante, las compañías que sí lo están trabajando destacan por incrementar contratos indefinidos, mejorar la calidad del empleo, promover la equidad y ampliar la capacitación de sus plantillas. Estos datos confirman que todavía queda mucho por hacer.

Claves para construir una cultura de bienestar emocional auténtica
La importancia de evitar el Wellbeing Washing también está respaldada por la literatura especializada. Autores como Jeffrey Pfeffer, profesor de la Universidad de Stanford, llevan años demostrando que el bienestar laboral no puede basarse en gestos simbólicos. En su obra Dying for a Paycheck, Pfeffer subraya que la salud emocional en el trabajo solo mejora cuando la empresa modifica sus prácticas estructurales: cargas de trabajo, liderazgo, autonomía o procesos internos. De forma similar, la profesora Amy Edmondson, referente mundial en seguridad psicológica desde Harvard, recuerda en The Fearless Organization que el bienestar no puede ser una campaña de comunicación, sino un diseño organizativo que se vive en el día a día.
También los estudios globales de Gallup son claros: las iniciativas aisladas tienen un impacto mínimo si no van acompañadas de políticas coherentes y de un liderazgo preparado. Todas estas investigaciones apuntan en la misma dirección: el bienestar emocional solo funciona cuando la empresa actúa con coherencia, consistencia y profundidad, no cuando se limita a acciones superficiales.
De igual forma, indican que la mejor forma de evitar el Wellbeing Washing es implantar políticas de bienestar emocional reales, medibles y sostenibles en el tiempo, siguiendo estos seis pasos:
1. Escuchar antes de actuar
El primer paso para evitar acciones superficiales es preguntar: Ya sea a través de encuestas internas, entrevistas, buzones de sugerencias, focus groups… Lo importante es entender qué necesitan realmente las personas. Escuchar permite identificar la raíz de los problemas y priorizar lo que realmente tendrá impacto.
2. Crear políticas, no solo actividades puntuales
A partir de aquí, es necesario transformar las acciones puntuales en políticas reales. Hablar de bienestar emocional no tiene sentido si no va acompañado de medidas como horarios flexibles, opciones de teletrabajo, protocolos de desconexión digital, apoyo psicológico, formación en liderazgo saludable o procesos de evaluación transparentes.
3. Implicar a los responsables en todos los niveles
El liderazgo juega un papel determinante. Si la dirección habla de bienestar pero los mandos intermedios no cambian sus prácticas, el mensaje pierde fuerza. Gestionar cargas de trabajo, fomentar la comunicación abierta, detectar señales de agotamiento o practicar un feedback respetuoso son algunas de las responsabilidades que deben asumir para que el bienestar sea una realidad. El bienestar emocional debe formar parte de los objetivos y competencias de todos los líderes.
4. Medir el impacto de las acciones
También es imprescindible medir. Analizar indicadores como el clima laboral, el estrés percibido, la rotación o el absentismo permite entender qué funciona y qué debe modificarse o ajustarse si no genera resultados.
5. Integrar el bienestar en la estrategia empresarial
El bienestar emocional debe formar parte de la estrategia global de la compañía. Cuando se entiende como una inversión estratégica, las decisiones cambian Esto implica:
- Alinearlo con los valores de la empresa
- Incluirlo en los planes anuales de RR.HH.
- Contar con presupuesto estable
- Analizar su impacto en la productividad y en los resultados de negocio
6. Comunicar con honestidad y coherencia
Por último, la comunicación debe reflejar la realidad interna, no maquillarla. Informar de lo que se está haciendo, reconocer lo que aún no se ha alcanzado y compartir avances, es la mejor manera de generar confianza.







