Tras la urgencia y el esfuerzo de los trabajadores debido a la crisis sanitaria, toca recordar una certeza del ámbito laboral: una plantilla comprometida redunda en una mejor productividad. Un ejemplo de excelencia en la gestión del engagement de sus trabajadores es KPMG. Su estrategia para motivar a sus empleados como motores para cambiar el mundo consiguió generar un fuerte compromiso y reforzó su employer branding.
KPMG como ejemplo de engagement
Alguien puede llegar a pensar que la retribución económica es lo fundamental o lo único importante en un trabajo. Si bien es cierto que el salario es uno de los puntos fuertes, ni mucho menos es la clave para sentirte realizada en un puesto determinado. Este compromiso y su satisfacción posterior tiene que ver con el sentido de las tareas propiamente y del proyecto en general. La famosa visión o cultura empresarial.
KPMG entendió a la perfección que para motivar a su plantilla debía cambiar la orientación tanto de la comunicación, como de los fines de los proyectos. La empresa contable realizó una amplia investigación con más de 100 entrevistas entre sus 27.000 socios y empleados preguntando sobre propósito laboral. El resultado fue que la mayoría buscaba inspirar confianza y potenciar el cambio.
Así desarrollaron una iniciativa, que lejos de comunicar el propósito de manera vertical, lograra una conexión emocional entre los trabajadores. Solicitaron que los empleados les contaran en qué consistían sus tareas y por qué importaba su trabajo con un cartel para su “Desafío 10.000 historias”. Salieron grandes titulares como “Damos forma a la historia” o “Defendemos la democracia” con revisiones de la participación histórica de la empresa certificando la elección de Nelson Mandela en Sudáfrica en 1994, por ejemplo.
La importancia del propósito
Sin entrar en debates filosóficos sobre la diferencia entre el propósito y el engagement, debes reconocer que el mercado laboral está cambiando y la plantilla que trabaja sin propósito difícilmente va a sentirse comprometida con el proyecto o la cultura empresarial. Se trata de alinear el propósito personal con el profesional. Con mayor engagement los trabajadores superan a la competencia y aumentan su adaptabilidad al cambio.
Los trabajadores valoraron positivamente y creciendo de manera exponencial cada año el poder trabajar en una compañía que les diera la oportunidad de desarrollar su propósito. Las iniciativas con finalidad mayor que el concreto desempeño del puesto despertaron el orgullo entre los empleados y promovieron la escalada de KPMG en la lista anual FORTUNA de las 100 mejores empresas en las que trabajar, impulsando su employer branding.
Los datos de las encuestas posteriores al desarrollo de esta estrategia confirman que los líderes que hablan de propósitos junto con los objetivos de la empresa generan vínculos más fuertes con los trabajadores, mejorando el clima laboral y reduciendo el índice de rotación y absentismo. Estos trabajadores estarán motivados para lograr la mejora continua y el alto rendimiento. Ya conoces la famosa anécdota que cuenta cómo el presidente de los EEUU al llegar a la NASA le preguntó a la persona que estaba barriendo qué hacía y contestó que ayudar a llevar a un ser humano a la luna.