La tónica actual es la de la incertidumbre y el constante devenir. En este contexto, la adaptación al cambio es condición sine qua non para sobrevivir. Pero, ¿por qué solo superar un reto en lugar de aprovechar la oportunidad de crecimiento? El objetivo estratégico de una compañía debe ser el de implantar una cultura corporativa de mejora continua. Se trata de sustituir el juicio y la queja por la pregunta: ¿qué puedo hacer yo por mejorar la situación?
Cómo promocionar la mejora continua
La búsqueda permanente de la excelencia, es decir, lograr una mayor productividad y satisfacción, implica la mejora continua. Esta se define como aquellos procesos que implementan actualizaciones y optimización de productos o servicios. Tiene sus orígenes en el método Kaizen, en Toyota, donde la directiva confió las propuestas de mejora a la plantilla. Cada cual aportó aquello que consideraba un pequeño paso con el que podía contribuir a alcanzar el más alto objetivo común.
La gestión de equipos motivados y comprometidos con la empresa es la consecuencia de implantar la mejora continua. Para promocionarla sigue las siguientes recomendaciones:
- Evalúa Toma decisiones de forma objetiva y cuantificada siguiendo métodos reconocidos como mapas o diagramas de los procesos.
- Quick Wins. Los pequeños objetivos y logros asientan la estrategia de crecimiento, mejor que marcarse metas muy grandes y que necesitan mucho tiempo y esfuerzo para alcanzar los resultados.
- Ciclo PHVA. Un requisito esencial es la constante vigilancia de los objetivos de rendimiento.
- Agile. La metodología Lean y Agile son ejemplos exitosos de adaptarse a los cambios de manera efectiva. La velocidad en la reacción es signo de calidad y de mejora continua.
Calidad y alcance
En todo proyecto, así como en la estrategia de la compañía, buscas mejorar la calidad del producto o servicio, así como el bienestar de la plantilla o la satisfacción de clientes y stakeholders. Todo ello sin sacrificar el alcance previsto. “Las cosas o se hacen bien o no se hacen”. Otra frase de sabiduría popular que va a ahorrar muchos costes a quien la siga. No escatimes en el tiempo que le dedicas a la planificación y estudio de las áreas donde vas a ir implantando progresivamente las propuestas de mejora.
Este es un proceso continuo sin caer en la parálisis del análisis, es decir, no se trata de un hito marcado por un entregable o de la finalización de un cronograma. La compañía que siga la mejora continua siempre estará en movimiento, en revisión y reestructuración. Por ello, los mecanismos que utilices para medir la calidad y el rendimiento de las adaptaciones son claves:
- Diseña los KPI así como sus métricas de evaluación.
- Aprovecha la transformación digital y automatiza todos los procesos que no aporten valor.
- Convierte en lo más objetiva posible la medición y análisis de los márgenes y ámbitos de mejora.
- Calendariza las encuestas y feedback de manera periódica para estructurar los datos de rendimiento.
- Planifica la comunicación interna para que cada mensaje llegue por el canal adecuado a los oyentes pertinentes.
Finalmente, recuerda que de un salto no puedes llegar a la meta pero paso a paso, cada día, avanzas y superas con éxito incluso el más duro de los caminos. Simplificar las tareas facilita alcanzar los objetivos.