Tener o no tener sentido del humor. Ésa es la cuestión… Tener sentido del humor es una cualidad muy positiva, ya que nuestra salud depende en gran parte de nuestro estado de ánimo. Algunas personas lo llaman el séptimo sentido, siendo el sexto el de la intuición. El buen sentido del humor favorece la salud física y emocional. Por ejemplo, aumenta el nivel de endorfinas afectando nuestra sensación de bienestar, nos aporta alivio, ayuda a relativizar los miedos, así como disminuye la hipertensión y mantiene el sistema inmune fuerte protegiéndonos de las enfermedades.
Según los expertos los hombres y las mujeres se ríen una media de 15 veces al día. Aquellas personas que ríen a menudo y tienen buen humor sufren menos enfermedades y trastornos emocionales. Es un gran antídoto para la angustia y las preocupaciones ya que nos hace tomar distancia de los problemas ofreciéndonos otro punto de vista. Por ello, abordar con buen humor las situaciones estresantes tal y como surgen en el trabajo, evita que el estrés nos supere así como nos ayuda a vivir mejor y más saludablemente.
Hace poco tiempo se introdujo un nuevo concepto en psicología llamado «coeficiente humorístico» para evaluar y valorar la capacidad humorística de las personas. Aunque, en general, estamos más familiarizados con los términos coeficiente intelectual o inteligencia emocional, este nuevo concepto en el que se mide la habilidad humorística se está considerando esencial al considerar a una persona para un puesto de trabajo.
En la actualidad diversos estudios indican que fomentar en las empresas programas de formación para que los empleados ejerciten su sentido del humor es muy positivo. Se ha comprobado que no sólo mejora las relaciones entre los empleados, impulsa el trabajo de equipo, aumenta la productividad y contribuye a la creatividad, sino que además no está reñido con la profesionalidad. Según el psicólogo Eduardo Jáuregui, en España existen algunos expertos en transformar compañías con una política seria y aburrida en empresas estimulantes y creativas. En sus escritos declara que trabajar con sentido del humor fortalece la motivación individual y colectiva, estimula la innovación y optimiza la comunicación interna.
Sin embargo, no hay que olvidar que existen diferentes tipos de humor. El grado de sensibilidad de las personas varía dependiendo de la personalidad, su cultura y costumbres, de forma que lo que puede ser gracioso y divertido para unos puede que carezca de gracias para otros. Poseer sentido del humor tampoco significa estar constantemente de broma, ya que el contexto de una gracia tiene ciertos límites, y conocerlos es importante así como el entorno en el que se emplean. Tal y como me comentaba Mar Caballero, consejera delegada de una empresa de seguridad y amiga con quien comparto a menudo tertulias sobre temas sociales y laborales, «existe una delgada línea entre el sentido del humor y la falta de respeto. El humor es una buena herramienta de trabajo siempre que vaya acompañado de una actitud positiva, constructiva y respetable. En cuanto la gracia se transforma en burla para reírse de los demás se convierte en un arma muy destructiva».
La burla es una técnica muy habitual en la que se utiliza el humor para sentirse mejor y recuperar la autoestima al infravalorar y rebajar a otra persona. Algo tan sencillo como una caricatura puede llegar a tener un impacto muy negativo en la manera en la que un grupo percibe a un compañero de trabajo. Cuando surge la pérdida de respeto, se aísla y se discrimina a una persona en el entorno laboral se considera acoso laboral o mobbing. De forma que no hay que olvidar que el humor tiene dos caras. Puede ser un arma malévola y destructiva así como puede llenar una sala de risas y sensaciones de bienestar. Sólo depende de que sepamos dónde se encuentra esa línea fina.
Por Laura Rojas-Marcos
Psicóloga y conferenciante de Thinking Heads
Para más información: https://thinkingheads.com/