Gayle Allard, economista de IE Business School.
Según datos del INE, las empresas españolas podrían haber creado 72.000 puestos de trabajo con las horas extras que no se están pagando. Con el trabajo que ahora forma parte de la economía sumergida se hubieran podido crear cerca de un millón de puestos, según algunos expertos. ¿Por qué no se crean? Se da una combinación tóxica de factores en España: el «veneno» del paro y la rigidez del mercado laboral. Un paro del 23% envenena las relaciones laborales. ¿Tengo que trabajar más horas sin que me paguen? «Lo haré: hay 800 candidatos en la puerta esperando mi trabajo, no puedo permitirme perder el empleo, trabajaré aunque no lo considere justo ni esté retribuido». ¿Acepto trabajar de becario sin cobrar aunque tengo título universitario? «Sí: si no, acabaré sin experiencia y además no les costará nada encontrar a otro, hay miles de titulados ahí fuera deseando ocupar mi plaza al precio que sea, a coste cero si es necesario». ¿Tengo que aceptar pasar al mercado negro, donde los trabajos son no solo precarios, sino además ilegales? «Lo haré: si no lo hago yo, otro lo hará».
Y por otra parte, el coste de despedir a trabajadores ha sido tan alto que la empresa prefiere hacer casi cualquier cosa antes de contratar a un nuevo empleado fijo. La primera válvula de escape es el trabajo temporal, cuyas tasas son más altas en España que en cualquier país desarrollado. Otra es obligar a trabajar más a la plantilla, para no arriesgarse con una contratación nueva. Es un contrasentido absoluto, pero es así. Se trabajan más horas porque es difícil despedir y por las altas tasas de paro que tenemos en España.
Pero recientemente se ha dado un paso de gigante para terminar con esta situación. La reforma laboral aprobada por el Gobierno hace unas semanas es la más importante jamás aprobada en España. Además, es la primera vez en España y casi la primera en Europa que no cae casi exclusivamente sobre los temporales: reduce el tiempo máximo de la temporalidad a la vez que rebaja los costes de despido para los fijos. En ese sentido, es equitativo e intenta quebrar la fuerte dualidad que existe en España entre los trabajadores fijos, mejor pagados y aislados de los vaivenes de la economía, y los temporales, que soportan todo el peso de los ajustes.
Una dualidad tan arraigada no termina de un día para otro. El paro y las horas extras sin pagar son algunas de sus manifestaciones. Tardaremos en cambiar, pero la reforma laboral es un paso muy importante hacia la creación de una España donde estas paradojas no se conviertan en norma.
Hola Gayle, estoy totalmente de acuerdo con tu artículo aunque debo precisarte que en la realidad empresarial que yo he vivido durante muchos años existe justamente lo contrario: Bajo los llamados «servicios empresariales de mano de obra intensiva» un elevado número de empleados, bajo la cobertura de la «necesidad e inmediatez del servicio»,realizan constantemente un elevadísimo número de horas extras, retribuidas y cotizadas, a las que no renuncian y, además, las exigen para complementar sus nóminas y mantener su nivel salarial. Si esas horas o al menos una gran parte se transformasen en nuevos contratos de trabajo, se generaría muchísimo empleo pero, claro, a costa de que todos tuviesen sus nóminas de convenio. En todos los casos en que he planteado esa posibilidad, los trabajadores, siempre han mostrado una frontal y egoísta oposición.
Los extremos se tocan, unos por poco y otros por mucho.
Un cordial saludo,
Eso que se lo digan a mi empresa, y a muchas otras de este gran país.
Han despedido a tres trabajadores para ahorrarse un buen dinero, y si ya antes se hacían horas extras, ahora se hacen más. Eso sí, no remuneradas y por el momento ni compensadas. Yo acumulo casi 30 horas a mayores, y lo curioso es que mi empresa a parte de ponerse la venda en los ojos, nos pide un mayor esfuerzo. Hablamos de hacer por ejemplo 10 horas fuera de la oficina, de viaje, y cuando regresas a la misma, te piden que «les saques» otros proyectos. ¿Cómo llamamos a esto?