Poco a poco van surgiendo nuevas alternativas para poder compaginar vida profesional y laboral sin que afecte a nuestra carrera. Una de las más interesantes es el «job sharing». La traducción directa de este concepto es «compartir trabajo» y se trata de dos personas que comparten un mismo puesto.

Aunque parece una alternativa totalmente moderna, el «job sharing» es una idea que se desarrolló hace más de cuatro décadas en Estados Unidos y el Reino Unido con el fin de proporcionar más flexibilidad laboral. El concepto trataba de solucionar el problema de conciliar la carrera profesional con la maternidad, ya que esta etapa vital es una de las mayores barreras que encuentran las mujeres a la hora de progresar en su puesto de trabajo.

El «job sharing» ofrece una solución muy simple a este problema: dos personas realizan jornadas reducidas de forma correlativa solapando algunas horas para poner en común los temas pendientes. Sin embargo, el «job sharing» ha evolucionado y ya no se considera como una alternativa exclusiva para las mujeres.

No solo mujeres

El perfil del empleado que más suele hacer uso del «job sharing» es una mujer que busca flexibilizar su jornada por diversos motivos, sin que necesariamente tenga que ser madre. A veces es una persona con parientes mayores de edad o familiares con problemas de salud que requieren cuidados durante buena parte del día. Pero también puede ser utilizada como una fórmula para confrontar talentos.

Desde la consultora Michael Page, especializada en asesoramiento y selección de mandos ejecutivos, aseguran que el «job sharing» lo emplean, sobre todo, «figuras de muy alto nivel en la organización, que requieren que en su equipo exista la flexibilidad y la tranquilidad de poder contar con dos figuras completamente polivalentes que gestionan los mismos temas».

Las norteamericanas Elaine Miller y Laurie Cremona, fundadoras de Mission Job Share, una organización dedicada a la popularización de esta práctica y al asesoramiento sobre ella, predican las bondades del «job sharing» asegurando que «es tener dos cerebros pensando en mi negocio, pero solo por el precio de uno».

Como apuntábamos antes, el «job sharing» también se está abriendo un importante hueco en tiempos de crisis, ya que es una manera de prevenir despidos: para muchos empresarios es más interesante mantener empleados, aunque se les pague menos. Dos personas trabajando en el mismo proyecto, pero cobrando la mitad de su sueldo beneficia a más gente que un despido. Es cierto que los empleados ven su salario reducido, pero también tienen más tiempo libre, mientras que los empleadores cuentan con dos personas por el precio de una.

En general, el «job sharing» ha dado bastante buen resultado y los beneficios que aporta son obvios. Para empezar, crea una jornada más flexible y ofrece una solución –que, aunque no definitiva, es bastante efectiva– a la conciliación de maternidad y vida laboral.

Aunque por lo general los casos de «job sharing» han sido muy bien implementados, siempre pueden surgir problemas. Desde Michael Page enumeran algunos: «El encaje personal puede generar conflictos en el trabajo, excesiva competitividad y, en algunos casos, omisión de información a la hora de hacer seguimiento a los temas».

La revista Entrepeneur, especializada en emprendimiento, identifica otro problema: el del «síndrome de liderazgo». Cuando dos personas ocupan la misma posición de poder, puede llegar a causar problemas. Sin embargo, como muy acertadamente mencionan en Michael Page, estos problemas tienen fácil solución: solo es necesario «que las personas estén de acuerdo con el modelo, que tengan un objetivo común y que sean compatibles para una buena coordinación a todos los niveles».

Organizar la jornada con la modalidad de «job sharing» no debería ser algo demasiado complicado. Para que funcione depende de los individuos que forman el equipo.

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