Un buen sueldo puede ser atractivo, un buen jefe puede conseguir que su empleado no se marche, pero lo que realmente busca un trabajador en estos momentos es un puesto estable, que implique una relación a largo plazo con su empresa. Esta prioridad, que parecía haberse perdido de vista en los últimos años, ha tomado la delantera a otras como el salario o el desarrollo de carrera y ha sido mencionada por un 75% de los 22.000 empleados de todo el mundo consultados para el informe ‘Global Workforce 2010’, frente al 65% que se ha referido a las otras dos.

Juan Carlos Olabarrieta, consultor de Towers Watson, la firma responsable del estudio, subrayó durante la presentación, que tuvo lugar esta misma semana, que el orden de preferencias es una novedad con respecto a los resultados obtenidos en ediciones anteriores. «Probablemente se debe a que buscamos un paraguas en la empresa; es curioso, pero parece ser una vuelta a un modelo de trabajo más tradicional». La preocupante situación del mercado laboral —España sigue siendo el tercer país de la Unión Europea donde más empleo se destruye—, así como la falta de unas perspectivas profesionales claras han acentuado, según Olabarrieta, la necesidad de contar con un proyecto a largo plazo.

Esta misma coyuntura, que para siete de cada diez de los 1.000 encuestados en nuestro país será igual o peor durante 2010, parece ser también la responsable de que los profesionales no piensen demasiado en buscar otro trabajo. Tan sólo un 10% se plantea seriamente marcharse a otra empresa, mientras que un sorprendente 90%, en principio, no tiene idea de moverse. «Es más —apuntó—, dos tercios de la muestra española querrían trabajar para un máximo de tres empresas a lo largo de su trayectoria». En Estados Unidos, donde sería lógico pensar que la fotografía es totalmente opuesta, el porcentaje se eleva hasta el 79%. «Es una señal más de que en estos momentos el empleado está buscando en su compañía una red de salvación», razonó el consultor.

Lo más preocupante de este panorama llega cuando se analiza el nivel de compromiso de todos esos empleados que no quieren abandonar su puesto. Se quedan, sí, pero muchos se encuentran desencantados o desmotivados. Towers Watson ha detectado que un 46% de los profesionales españoles no se siente comprometido con su trabajo ni con su empresa. Aunque este dato era muy similar en 2008, Olabarrieta cree que la crisis lo ha hecho más patente: «Se palpa desapego, probablemente porque los equipos no encuentran lo que esperan de sus líderes: confianza, cercanía, comunicación, preocupación por su bienestar…».

Tony Gennaoui, director de Gestión del Talento y Compensación de Towers Watson, insistió durante la presentación en las consecuencias negativas de esta falta de compromiso. «Significa que la empresa no está sacando lo mejor de una parte destacada de su plantilla, y esto supone un lastre competitivo». De hecho, la consultora ha estudiado durante tres años la relación existente entre el compromiso de los trabajadores y los resultados de la compañía y, efectivamente, cuando el primero es escaso, los márgenes de beneficio también se reducen.

Con este planteamiento sobre la mesa, Gennaoui animó a los directivos a tomar el pulso de sus empleados, para que puedan actuar a tiempo ante esta falta de motivación. «El reto es convencer a los gestores, que suelen preferir centrarse en los números, de que esos números se mejoran si se empieza por tratar los aspectos humanos». De acuerdo con el estudio, es precisamente el estilo de liderazgo el primer motor del compromiso. Si la dirección es de fiar, se muestra cercana y se preocupa por el bienestar del empleado, el trabajador se sentirá más implicado.

Tanto este aspecto como el relacionado con la imagen que proyecta la firma de cara al exterior, citado como el segundo factor, son los que la cúpula directiva debe reforzar si quiere que sus empleados sientan los colores de la empresa. «Nos asegurará contar un equipo más comprometido, al margen del momento económico», concluyó Olabarrieta.