En septiembre del año pasado, el Índice Dow Jones de Sostenibilidad cumplió diez años. Ha sido una década de cambios en la que las empresas se han convencido de que una gestión socialmente responsable termina por crear valor a largo plazo. La reciente cumbre de Copenhague y la Ley de Economía Sostenible ejemplifican la importancia que este nuevo modelo de gestión cobra en la agenda política y económica.

Sin embargo, la historia de los albores del siglo XXI también ha estado jalonada por los grandes escándalos empresariales que han puesto en la picota a una clase ejecutiva rendida al vil metal. Si el nuevo siglo se inauguró con el fraude de Enron, cuyos directivos se embolsaron más de mil millones de dólares justo antes de que reventara la crisis de la compañía en 2001, la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008, por entonces el cuarto banco de inversión de Estados Unidos, destapó la magnitud de una crisis económica en la que no han faltado estafas como la de Bernard Madoff.

Pero la cara más fea de la crisis también ha servido para reivindicar el papel de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), pues se ha demostrado que la irresponsabilidad en los negocios no se puede mantener en el tiempo. Además, los ciudadanos ya no sólo piden cuentas a los Estados, sino que también hacen responsables de su entorno a las empresas.

Y las grandes corporaciones españolas —19 de las cuales están presentes en el Índice Dow Jones de Sostenibilidad— están haciendo los deberes. «La responsabilidad corporativa todavía es un fenómeno de la gran empresa, que en los últimos años ha ido perfeccionando sus actividades para responder más a las demandas de los grupos de interés. Por otro lado, se trata de un elemento transversal y multidisciplinar que cada día se liga más a la estrategia de negocio; forma parte de la epidermis empresarial». Con estas palabras, el secretario general del Club de Excelencia en Sostenibilidad, Juan Alfaro, resumió el estado de la RSC en el tejido productivo español al tiempo que abrió el quinto desayuno de trabajo organizado por el portal Infoempleo en colaboración con la firma de recursos humanos Randstad.

Celebrado en la sede de Infoempleo en Madrid, el encuentro reunió a Juan Alfaro y a los responsables de RSC de cuatro grandes compañías españolas: Beatriz Sánchez Guitián (Indra); Clara Bazán (Mapfre); Javier López Galiacho (FCC), y Hernán Cortés (Endesa). Al desayuno también se sumaron María Viver, directora de la Fundación Randstad, y María Benjumea, presidente de Infoempleo.

Aunque los invitados admitieron la imprecisión y las confusiones que todavía genera en la población el concepto de Responsabilidad Social Corporativa —vinculado en un principio a la filantropía—, también destacaron su creciente protagonismo en todos los escalafones de la empresa: desde los sillones del consejo de administración a los puestos más básicos de la plantilla. «La RSC es un ascensor que tiene que llegar al último piso, sentarse en los consejos de administración, dar ejemplo y generar comisiones de responsabilidad dentro de ellos», apuntó Javier López Galiacho, de FCC. «Hace dos años propusimos la necesidad de crear consejos de responsabilidad corporativa anexos al consejo de administración, como ya pasaba en Estados Unidos. Esta recomendación caló en dos compañías, y ahora hay seis que trabajan en ello. Se convertirá en una práctica habitual entre las empresas cotizadas», añadió Juan Alfaro, del Club de Excelencia en Sostenibilidad.

El Club, autor de un estudio sobre el tema, aporta un dato interesante: el 27% de las grandes empresas españolas cuenta con un consejero independiente experto en responsabilidad corporativa.

Presupuesto específico

Con un departamento que impulsa y coordina las actividades que se desarrollan en la organización, la mayoría de las grandes firmas españolas (91%) ha sumado la responsabilidad corporativa a su plan estratégico. Y el 51%, siempre según el ‘Estudio sobre el estado de la responsabilidad corporativa en la gran empresa en España’, cuenta con un presupuesto específico para este capítulo. Éste es el caso de Endesa.

En la eléctrica, donde llaman sostenibilidad a la RSC, han elaborado un plan para cinco años (2008-2012) que corre paralelo al de la compañía. Al plan, dotado de un presupuesto, le han asignado unos responsables por departamento que, a su vez, han de cumplir con unos objetivos. «Nosotros coordinamos y dinamizamos, pero cada uno es responsable de su área. El compromiso es de todos», recalca Hernán Cortés. ¿Y cómo hacer llegar ese compromiso al resto de los empleados? Cortés, subdirector de Sostenibilidad de la eléctrica, lo tiene claro: «La mejor manera de que sea efectivo es que esté asociado a los objetivos personales de cada empleado, no sólo de la alta dirección».

En Mapfre también saben por propia experiencia que «a medida que la RSC se integra en el negocio, su conocimiento entre los empleados es mayor». «Hasta hace muy poco, había mucha confusión. En España hemos evolucionado en la clarificación de este concepto. Al principio, hablábamos de filantropía y, ahora, cuando hablamos de RSC, también metemos a los proveedores, los clientes y los grupos de interés. Pero no sé si lo estamos transmitiendo bien a la sociedad», reflexiona Clara Bazán, en cuya empresa han implantado un curso ‘online’ para los 36.000 empleados donde les explican sus posibilidades de colaboración en RSC.

Gestión social interna

A los empleados, identificados como el principal grupo de interés de las empresas, van dirigidas sus políticas de gestión social interna. Medidas de no discriminación e igualdad, de seguridad y salud laboral, de conciliación y de planes de formación son algunas de las más habituales. Pero también la ética está presente en su relación con la plantilla. En FCC, por ejemplo, han implantado un código ético. En consonancia con este planteamiento, su director de Responsabilidad Social Corporativa, Javier López Galiacho, reivindica un nuevo liderazgo empresarial. «Ahora que la presencia de personas ligadas al mundo de la empresa en los asuntos que más interesan a la sociedad es cada vez mayor, líder no es el que más vende».

El sector más comprometido con la responsabilidad corporativa es el de las tecnologías de la información y la comunicación. A él pertenece Indra, cuya directora de RSC, Beatriz Sánchez Guitián, rompió una lanza a favor de las pymes. «Quizá les falta profesionalizar su gestión de la RSC. Pero, si hiciéramos un diagnóstico interno de ellas, nos sorprenderían los resultados. Seguro que están más avanzadas de lo que se percibe», comenta Guitián, que quiso terminar su intervención con una pequeña autocrítica: «Todavía nos falta madurez social en este tema».