¿Imprime las noticias que encuentra por la Red para leerlas más cómodamente e, incluso, subrayarlas? ¿Llama por teléfono para comprobar que su e-mail le ha llegado correctamente al destinatario? ¿Todavía no es usuario de Spotify ni tiene ‘followers’ [seguidores] en Twitter? Si su respuesta es afirmativa, al menos para dos de las cuestiones, tenga por seguro que entra en la categoría de inmigrante digital. Pero, es más, si, por el contrario, pensaba que estos comportamientos son ya cosa del pasado probablemente también lo sea. Fue en el año 2001 cuando Marc Prensky, experto en educación y TIC, acuñó el término ‘inmigrante digital’ en contraposición a los nativos, es decir, a aquellos que han nacido dentro de la sociedad digital y, por tanto, no ha cumplido los veinte años. Ambas generaciones comparten la misma tecnología, pero la utilizan de manera distinta. Lógico si tenemos en cuenta que, como apreciaba Prensky en el artículo que originó esta división, «los nativos han crecido rodeados de ordenadores, móviles, videojuegos… De media, antes de llegar a la universidad estos chicos han pasado 5.000 horas de sus vidas leyendo y más de 10.000 delante de una consola».

De este modo, en ese gran grupo de inmigrantes digitales, que por ahora son mayoría, se encuentran profesionales con tal experiencia en el sector de las nuevas tecnologías como el director general de Google en España, el consejero delegado del Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI) o el impulsor de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Este último, Andrés Pedreño, que también es consejero de Universia, acepta este calificativo y añade: «Hay un grupo de inmigrantes, entre los que aspiro a estar, que hemos puesto entusiasmo por adaptarnos lo mejor posible, pero es evidente que no lo hacemos de forma natural». De esta misma opinión es Nacho de Pinedo. El CEO del ISDI reconoce que mientras a su hijo le da un iPad y lo maneja en cinco minutos, «el resto hemos aprendido en un mundo analógico, por eso hemos tenido que hacer un esfuerzo para aprender y entender el mundo de Internet». De Pinedo cree que, sin embargo, dentro de los inmigrantes digitales hay un tercer grupo: los que no se mueven. «No han hecho ese esfuerzo, por lo que para ellos Internet puede ser como el hielo para los dinosaurios».

El miedo, el recelo y la desconfianza son las principales razones que llevan a este inmovilismo. Pedreño, por ejemplo, con 57 años, tiene un ‘blog’, sabe lenguaje HTML y XML, pero admite que puede ser más difícil acostumbrarse a comprar un billete de bajo coste a través de la Red. Pese a todo, las nuevas tecnologías se han colado en nuestras vidas y siguen haciéndolo de una forma imparable. Según los últimos datos de Nielsen, en febrero más de 25 millones de españoles accedieron a alguna página ‘web’. Otra cifra: en España diez millones de usuarios comparten fotos, comentarios y opiniones con sus ‘amigos’ de Facebook.

El problema surge cuando nos trasladamos de la vida privada —la de las redes sociales, las descargas de música, la ‘web’ 2.0…— a la profesional. «Es la misma diferencia que existe entre conducir un coche y poder diseñarlo, fabricarlo y comercializarlo», resuelve De Pinedo.

El primer paso para que el mundo digital cale en el de la empresa reside en la educación. Con esta premisa por bandera, y conscientes de que existen grandes carencias formativas en este ámbito, el año pasado se celebró la primera edición del Master en Internet Business. Avalado e impartido por un grupo de profesionales en activo como el propio Nacho de Pinedo o Javier Rodríguez Zapatero, director general de Google, partía de una formación integral en Internet, desde marketing, métrica, diseño y gestión de contenidos a modelos de negocio, redes sociales, integración con el móvil… La sorpresa para los organizadores fue que el alumnado estaba compuesto al 100% por trabajadores con experiencia. «Es un reflejo de que las empresas quieren y deben acometer sus negocios digitales con éxito, pero no tienen expertos preparados para ello», explica Rodríguez Zapatero, que lamenta que tan sólo 450.000 de las más de 3,5 millones de pymes que hay en nuestro país tengan presencia en Internet. En otro aspecto que vamos por detrás es el comercio electrónico: «Mientras que en Estados Unidos supone el 7% de todas las ventas del país, aquí apenas llega al 1%».

De Pinedo lo explica: «España no se puede digitalizar más rápido porque no tiene suficientes profesionales para conducir esa digitalización». Oportunidades hay, la clave es cómo aprovecharlas. Así, el director general de Google en España encuentra en el mundo ‘online’ «el único sendero verde en este momento de crisis donde ves secarral por todas partes».

Sin embargo, por mucha formación que reciba un inmigrante digital, no pierde esta identidad que le confieren unas características determinadas a la hora de enfrentarse a la tecnología. Prensky citaba, entre otros, el procesamiento secuencial, la forma lineal de pensar o la prioridad de la lengua escrita. Por su parte, Javier Rodríguez  Zapatero, que antes de Google ocupó la presidencia en Yahoo!, confiesa que para un inmigrante el esfuerzo y el trabajo para adaptarse son continuos. «No es que el mundo de las nuevas tecnologías sea complicado, es que cada día salen novedades. El reto es dominar la velocidad a la que camina la tecnología y para eso, fijémonos en cómo lo hacen los chavales, que no se agobian con los cambios sino que abrazan cada novedad incluso con emoción».