Josep Franccesc Valls, profesor de ESADE.

Los datos provienen todos de la misma fuente, la que proporciona el servicio estadístico de cada país. Las interpretaciones de estos datos quedan luego al albur de cada metodología de análisis y del tamiz político del intérprete. Por eso, el 2013 visto por el gobierno español no tienen casi nada que ver con el que proyecta la OCDE. El primero se compromete poco, pero afirma que aunque la recesión no se ha acabado, vamos a mejor. Por el contrario, la OCDE, desde su púlpito, y menos interesada en la refriega de cada país, ha endurecido el panorama económico español de 2013. Lejos de contemporizar y lanzar las campanas al vuelo, dice lisa y llanamente que 2013 va a ser peor: en paro (434.000 desempleados más, por encima del 25% de tasa de desempleo); en PIB (-1,4% frente al 1,3% en el que se prevé que cerrará 2012); en déficit público (8,1%, mejor que el 9,4% de 2011, pero lejos del 6,33% que fija Bruselas); y el endeudamiento público (86,1% sobre el PIB frente al 69,6% de 2011).

Son cuatro datos demoledores de confirmarse. En sí mismos. Y dentro del contexto europeo que o bien suponen una desaceleración en toda regla o una nueva recaída en la recesión, como afirma la OCDE.

El exceso de celo en los ajustes nos conduce irrevocablemente a este 2013 horroroso y un 2014 nada halagüeño. Los recortes indiscriminados en la mayoría de los países europeos reducen los ingresos y por tanto el consumo: menos gastos, más impuestos, más inflación.Van acompañados de los peores presagios para los más desfavorecidos y tiemblan todos los umbrales. Pero las reducciones no son indiscriminadas. En la mayoría de los países la discriminación es ideológica: se desprotegen los derechos adquiridos de bienestar social por parte de las clases medias y de las menos desfavorecidas, mientras se protegen las grandes fortunas, los poderes fácticos de los bancos y de las grandes corporaciones.

Los datos de OCDE, a cuya interpretación se han abonado en la mayoría de las ocasiones tanto los gobiernos de derecha como los de izquierda, presentan un panorama que obliga a la reflexión. ¿Cuál es el objetivo de los recortes indiscriminados todos a la vez? ¿Es posible una tarea más selectiva en el trabajo de bisturí hacia aquellas zonas improductivas de la sociedad, que evite la destrucción creciente de puestos de trabajo que son los que en última instancia permiten generar rentas y por lo tanto consumo? Igualmente, existen una serie de inversiones estratégicas como la dedicada a la innovación, que al diezmarla nos proyecta miseria no sólo para 2012 y 2013 sino a medio y largo plazo.