¡Qué dudas tengo!

No sé si emprender o quedarme como estoy.

Los lunes me levanto y lo tengo claro. No quiero ir a la oficina. Voy a emprender. Voy a independizarme, voy a crear mi propia empresa.

Los miércoles se amortigua esa necesidad. Duda razonable. Y los viernes me parece que es mejor seguir como estoy: cobrando poco y aportando mucho más a la empresa de lo que me paga (o eso creo).

Soy diseñador web, sé programar, tengo buena relación con los clientes, pero en mi empresa no me pueden subir el sueldo porque las cosas están como están (¡mierda de crisis!).

He pensado independizarme: yo valgo mucho más de lo que me pagan. Creo que podría trabajar desde mi casa, aunque también podría coger una minioficina, quizá podría juntarme con alguien que estuviera en una situación similar a la mía, quizá debería empezar a hablar con antiguos clientes que quedaron contentos con el trabajo de mi empresa, es decir, con el mío, quizá debería avisar a mi jefe de mis dudas, de mis intenciones si no me sube el sueldo…

Y así llevo casi un año. Unas veces me refugio en la crisis. Otras veces me digo: si está de que yo monte una empresa, pues me echarán, me indemnizarán y no tendré más remedio. Con lo cual, si fracaso en el intento, no pensaré que he hecho el tonto y que he dejado un trabajo seguro para acabar tirado como una colilla.

Creo que hay muchos que estamos como yo. Tanta duda nos mata, pero no avanzamos. ¿Qué hace falta para el empujón? Quizá no nos enseñaron a ser emprendedores en el colegio, en el instituto, en la Universidad. Quizá no sea culpa mía ni de todos los que tenemos estas dudas. Quizá la culpa sea del sistema educativo, que nos enseña a obedecer pero que no nos da alas para crear, para desarrollarnos individualmente y para poder dar el salto y emprender sin miedo al batacazo.

Me siento anclado, me siento prisionero de mis dudas, ¡no sé qué hacer, no sé que hacer! ¡¿Qué hago?!

Salvador Angulo
Futuro emprendedor… o no