«En España, el emprendedor que no tiene éxito a la primera, es un fracasado». Sergio Garasa, director general de Retelur, se lamenta de una cultura que no reconoce el aprendizaje del error y lo castiga con el exilio de un segundo intento. Desde su consultora e incubadora de negocios en Internet insiste en que si es difícil desarrollar una idea ‘analógica’, hacerlo en la Red es una auténtica lucha de titanes. Y nunca mejor dicho, porque se enfrenta a dificultades legales —»la Agencia de Protección de Datos impone sanciones muy elevadas [el doble que el conjunto europeo] y con una discrecionalidad administrativa difícil de entender»— y, sobre todo, de la financiación —»no podemos cumplir criterios tradicionales, no somos empresas de construcción»—. A Garasa, también director de Mundoofertas.com le vienen a la cabeza ejemplos como el de Joshua Novick, que para ampliar el capital de Antevenio tuvo que lanzar su idea en la bolsa de París, o más modestos, como el de Víctor Domínguez e Ignacio Rivas, quienes para lanzar  Tudespensa.com vivieron una larga peregrinación por foros hasta dar con su ‘business angel’. «Tuvimos muy poca ayuda  —comenta este último—, por mucho que nos bombardeen desde las Administraciones, es muy difícil, y más aún con la crisis».

El problema que tuvieron estos emprendedores madrileños con su empresa de distribución de alimentos no es nada en comparación con los se encuentra el pionero digital lejos de los grandes núcleos. Rodolfo Carpintier, presidente de DAD, otra incubadora de proyectos en Internet, da fe: «Si sales fuera de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao, ves que nadie se preocupa por invertir». Y es cierto. Lejos de las escuelas de negocios —IE, ESIC y ESADE principalmente—, que generan el clima propicio para la creación de empresas, y de entornos relacionados con las TIC, que proporcionan el conocimiento necesario para ver si una idea es viable tecnológicamente, es muy difícil entrar en los pocos ecosistemas de financiación que existen en España para estas iniciativas. «Es triste, pero donde en Alemania invierten 10.000, en España lo hacen 500…», concluye Carpintier, quien insiste en que el desarrollo del negocio digital requiere de concienciación  tanto administrativa —»No se entiende que un libro físico tenga un 4% de IVA, y otro digital, un 7%», añade Garasa—  como empresarial y social: «Las tarifas tienen que acompañar, por eso las grandes empresas deben ayudar. Europa discute sobre una velocidad mínima de acceso a la Red, pero hay que hacerlo bien», puntualiza Ricardo Pérez, profesor de Sistemas y Tecnologías de la Información de IE.

Vistas estas dificultades, ¿es posible triunfar en la Red? La respuesta es sí, y más si hablamos de comercio electrónico y marketing ‘online’. «Cada vez tenemos mayor conocimiento y menor desconfianza —comenta Pérez—. La crisis de las ‘puntocom’ se produjo porque se crearon demasiadas empresas demasiado pronto; ni la tecnología ni la sociedad estaban preparadas para ello». Pero ahora sí, según datos de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), el ‘e-commerce’ registró entre junio y septiembre de 2009 un crecimiento interanual del 13,2% con un volumen de negocio superior a los 1.500 millones de euros… y eso sin contar que apenas cuatro de cada diez compras que se realizaron entonces en la Red tenían como destino una empresa española: «Es paradójico, somos de los que peor hablamos idiomas pero preferimos comprar fuera», apunta el director de Retelur, quien ha perdido la cuenta de las veces,  que compañeros extranjeros le han preguntado por qué un gigante como Zara no vende en Internet.

Amén de ese nicho, que tiene el valor añadido de un mejor trato al cliente que la distribución física por mor de la supervivencia, los expertos apuntan otro: el que saca de la gratuidad el mayor beneficio, el marketing ‘online’. Después de que España batiera en inversión en este campo a Estados Unidos en 2009 con 654 millones de euros y un aumento con respecto al año anterior de un 4% según Internet Advertising Bureau (IAB ), el mejor aliado hoy de las redes sociales, lo será mañana de cualquier contenido de calidad que ‘enganche’ a un público sediento de información gratuita y a empresas hambrientas de llegar a un cliente que puede comprar nada más ver su anuncio en la ‘web’.