Joseba Campos, profesor de la Universidad de Navarra.

Cuando en una empresa hay despidos, toda la plantilla queda afectada. Lo primero que quieren unos empleados desmotivados es un mensaje, una evaluación realista de la situación y de las opciones que tienen, y un plan de acción. La motivación es una energía interna que nos impulsa a actuar pero es, en sí misma, automotivación. Entonces, ¿qué hacer para reforzarla?

Honestidad. Cuando la crisis golpea, la gente está ansiosa. La comunicación del comité directivo es clave. La explicación simple –que se entienda– del recorte y del impacto que tendrá en ellos y en sus cargasde trabajo es la mejor manera de mostrar respeto por los empleados.

Uno a uno. Los sentimientos que surgen aconsejan desprenderse de jerarquías, facilitando el acercamiento. El compañero convertido en amigo ya no vuelve a su puesto de trabajo. Necesitan ser escuchados, pero individualmente. Hay que facilitar la política de puertas abiertas.

Frecuentemente. Hay muchas preguntas para ser respondidas. Es conveniente organizar encuentros regulares con agenda y evitar el envío de mensajes vagos. Los empleados tienen preguntas, la dirección necesita respuestas. La dirección debe saber preguntar. Aunque no pueda acomodarse a sus necesidades, preguntar pone de manifiesto que se interesa por ellos.

La rumorología funciona. Se necesita validar los rumores o eliminarlos. Los rumores hacen perder mucho tiempo, agotan y fomentan el descontento. Hay que redirigir la falta de confianza que se ha generado. Los compañeros pueden ser vistos como competidores.

Planes de contingencia. El compromiso con la organización disminuye. Es necesario presentar planes realistas que recaben el apoyo de los empleados y establecer metas pequeñas, flexibilizándolas. Todos tienen que sentir que están contribuyendo a la salida de la situación.

Ejemplo. La dirección debe ser un ejemplo para los trabajadores por la manera positiva con que afronta la crisis. Debe demostrar delante de sus empleados que tiene el control de la situación y de sus emociones. Especialmente en épocas difíciles, preocuparse por lo que puede suceder o no solo producirá más preocupación. Paciencia, porque a veces no se puede hacer nada más que esperar. Reducir tensión usando el humor.

Agradecer el esfuerzo y pedirles apoyo. Permitir que la gente participe en la solución del problema. No todas las respuestas serán negativas. Unos pensarán que se han tomado las medidas correctas y otros sentirán el reto de hacer «más con menos».