Todos los que hemos trabajado en un departamento de Recursos Humanos lo hemos pensado alguna vez: somos bipolares, casi tanto como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

Gracias a la generalización de las redes sociales estos departamentos están ampliando su ámbito de actuación hasta lugares donde antes no llegaban, para lo bueno y para lo malo. Recuerdo con nostalgia aquellos tiempos cuando se reclutaba candidatos vía ofertas en la prensa escrita de los domingos o mediante anuncios por sms desde la base de datos de la empresa para sus candidatos inscritos. Todo esto cambió con la llegada en primer lugar de la Web y sus servicios de contacto como el mail o los portales de empresa, y ahora aún más con la llegada de las redes sociales.

Recientemente ha salido a la luz una sentencia del Tribunal Constitucional en la que se niega la vulneración de los derechos a la intimidad personal y al secreto de las comunicaciones al entender que quienes realizaron actos dispositivos (dos trabajadoras que instalaron un chat sin consentimiento y difamaron a compañeros/as y jefes) determinaron la eliminación de la privacidad de sus conversaciones, al incluirlas en el ordenador común y que fueron descubiertas de manera casual y “sin ninguna intención” por otro trabajador. Reiterando que “no podía existir una expectativa razonable de confidencialidad”.

Amparados en esa divulgación gratuita y sin control, los departamentos de Recursos Humanos cuentan con gran cantidad de información sobre gente como tú.

Pueden darte un trabajo desde sus perfiles en redes sociales, sus páginas de empresa en Facebook, Google Plus o Linkedin, las cuentas en redes sociales de sus profesionales de reclutamiento o pueden gestionar ofertas en portales como este (Infoempleo.com) que luego son compartidas en los perfiles sociales de que disponen estos mismos portales. Pero también hay un «reverso» ya que este departamento se encarga igualmente de despedir y ahora puede llegar muy lejos con tus perfiles en redes sociales y sin violar en ningún momento tu derecho fundamental a la intimidad, por una sencilla razón: tus comentarios, fotos, vídeos y artículos compartidos en redes sociales son públicos y no gozan de dicha protección. Salvo que tú configures esos perfiles en un modo seguro o cerrado.

Y no tiene mucho que ver este artículo con la llegada de tanta “tele-realidad” a la parrilla televisiva, pero sí que es cierto que hoy en día gracias a la gran difusión de nuestra vida privada en las redes sociales, las empresas disponen de más información que la que 30 cámaras de TV tienen a diario en un espacio cerrado y acondicionado para unos concursantes de reality.

La selección de candidatos

Pueden saber de nosotros mil cosas, algunas positivas como nuestros gustos literarios, culturales, musicales o profesionales, pero también pueden saber si tenemos una tendencia política u otra, o una posición favorable o contraria en algunos asuntos espinosos que afectan a la sociedad.

Y no es muy difícil saber todo esto ya que por “desgracia”, el motor de búsqueda de buscadores como Google potencia ante todo la “sociabilidad” de un nombre y sus apellidos. Haciendo un poco de “Ego-Surfing” (Googlear nuestro nombre) si somos muy sociales, podemos ver como todo lo que decimos y hacemos en las redes está al alcance de cualquier técnico/a de selección que indudablemente ahora tiene un tiempo ganado enorme.

Este profesional dispondrá en un momento de tus opiniones sobre temas espinosos que pueden generar un mal ambiente en la organización que te está evaluando. Puede conocer si tus fines de semana son de una manera u otra, si consumes mucho o poco alcohol u otras sustancias, si has pertenecido a grupos de una ideología radical o no, o si perteneces actualmente. Puede saber si eres una persona alterable, envidiosa, irrespetuosa, grosera, molesta o con ganas de protagonismo. Si eres una persona obsesiva con su físico o con una baja autoestima…

Respecto al despido

Las redes ponen en bandeja de plata a los departamentos de personal los fraudes más comunes por algunos “espabilad@s” profesionales del absentismo. Les dan a Recursos Humanos la capacidad de saber, la geolocalización (chek in), su actividad en las últimas horas, sus fotos recientes, comentarios y un impagable ojo de halcón que permite ver si se está realmente en la cama con fiebre o en una pista jugando al baloncesto con un par de amigos, por ejemplo.

Ante un conflicto entre dos trabajadores y versiones contradictorias, un par de indagaciones en redes sociales pueden decantar el criterio para desprenderse de uno u otro, en función de su historial de conflictividad en la red.

Otro aspecto inquietante para los trabajadores es la posibilidad de poder saber hora a hora lo que estás haciendo gracias a los tuits, publicaciones de Facebook, fotos en Instagram… Por lo que las bajadas de rendimiento pueden quedar acreditadas con esa nueva actividad como “Community Manager” de autobombo personal. Esto hay que tomarlo con mucha reserva porque existen servicios como Hootsuite con los que se pueden programar desde casa los tuits y parece que mientras trabaja está tuiteando o posteando, cuando lo que ha hecho ha sido programarlos horas o días antes.

También se puede saber quién busca trabajo en otros sitios, porque se puede saber que contactos nuevos tienes en las redes profesionales, de qué tipo son, si tuiteas a gente pidiendo un empleo, etc.

Es por eso que muchos profesionales de la orientación recomendamos un uso responsable de las redes sociales tanto a empleados en activo como a buscadores de empleo, porque todo lo que compartas en la red puede ser usado en tu contra, pero ojo, también a tu favor y es aquí donde entran conceptos como marca personal o reputación digital que si tecleas en un buscador son muy comentados por miles de profesionales del empleo 2.0 y de los cuales yo también he hablado en muchas ocasiones.

Tan malo es la sobreexposición como el recelo que puede generar encontrarte con un candidato/a que maneja herramientas TIC, smartphones y tablets “supuestamente” en su CV y luego no deja ni un rastro en redes sociales. Esto te está determinando en algunos casos que la persona es muy recelosa de su vida y que puede estar ocultando cosas que luego aflorarán. O no. Hay que jugar con todas las bazas que uno dispone.

Lo dicho al principio, para lo bueno y para lo malo las redes sociales pueden ayudar a un responsable de selección a tomar sus decisiones más trascendentales. 

Y para finalizar, si estás en Redes Sociales con tu nombre y apellidos a modo de ventana profesional, ante todo, uniformidad, has de ser igual en todas ellas, ya que así generas marca y evitas la dispersión de tu información principal como profesional conectado.

Foto: OnePinkHippo (Flickr)