Cambiar la sala de reuniones por un bar puede resultar altamente productivo para ambas partes. Al fin y al cabo en “Mad Men“ pasa todo el tiempo. Los grandes contratos se cierran entre martinis. Es probablemente la ficción televisiva más obsesionada con reproducir fielmente los detalles, pero no deja de ser un ejemplo literario. Aun así, cada vez son más los emprendedores que deciden regresar al pasado y fomentar este tipo de encuentros, donde el contacto directo recupera terreno frente al teléfono o al correo electrónico.

El bar es otra forma de entender las reuniones de negocios. Algunos empresarios creen que organizarlas en un ambiente más relajado que el de una sala de reuniones puede fomentar un intercambio de ideas más creativo. De esta forma se evita también que el contacto con clientes o compañeros de trabajo dependa en exceso del mundo virtual y que las relaciones laborales mejoren en cantidad y calidad. Y es que evitar ciertos clichés del mundo corporativo no significa ser menos profesional. De hecho relajarse y disfrutar de la cita puede ayudar a un mejor entendimiento.

Aquellos que se decidan a organizar una reunión de trabajo de un bar tienen que tener muy en cuenta la elección del establecimiento en cuestión ya que, además de un lugar de encuentro adecuado, tiene que ofrecer una imagen del profesional que actúa como anfitrión. Otro factor a cuidar es el de conocer al cliente para que el sitio elegido no le incomode. Igual que se cuidan los detalles cuando ocurre en una oficina debe hacerse en el bar, aunque el local no sea propiedad de la empresa.

La publicación estadounidense “Business Insider“ recomienda encontrar un lugar habitual y de confianza y escoger allí un rincón adecuado. Ese rincón tiene que contar con asientos confortables y discretos, además de una iluminación y niveles de ruido que no jueguen en contra de la comunicación. También se considera importante que los empleados del bar sean profesionales y amigables, como si fueran una extensión de los trabajadores de la empresa. Un mal servicio por su parte repercute en la imagen de quien organiza el encuentro.

El perfil general del resto de la clientela también puede ser un factor a tener en cuenta. Si el entorno es demasiado glamuroso, o demasiado serio, o demasiado distendido cuando el asunto a tratar no lo es puede resultar muy poco productivo. No se trata de controlar quién se sienta en la mesa de al lado como de buscar un grupo de gente que comparta parte de la filosofía de nuestra propuesta profesional. Y, como nunca se sabe hasta dónde puede llegar ese encuentro, el bar en cuestión debería contar con una amplia oferta de bebida y comida, por si se alarga más de la cuenta o se termina celebrando un buen trato con una botella de champán.