Desde hace unos meses, los más pesimistas vienen hablando de una «generación perdida» por los problemas laborales. Dominique Strauss-Kahn, director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), se ha mostrado especialmente grave en los últimos tiempos sobre esta cuestión. «Nos enfrentamos a la perspectiva de una ‘generación perdida’ de gente joven destinada a sufrir durante toda su vida de peores empleos y  condiciones sociales». Y añade una inquietante profecía: «El patrón de desequilibrios globales anterior a la crisis está reemergiendo. A medida que las tensiones entre los países se incrementen, podríamos ver un mayor proteccionismo comercial y financiero. Y, si las tensiones dentro de los países aumentan, podríamos ver una mayor inestabilidad social y política dentro de las naciones… incluso guerra».

Según el informe «Tendencias mundiales del empleo en 2011», elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2010 había 205 millones de personas sin empleo en el mundo y, de ellas, 27,6 millones lo han perdido solo de 2007 a esta parte. Lo peor se lo han llevado los jóvenes de entre 15 y 24 años: el desempleo de este grupo de edad llega a los 77,7  millones. El mayor incremento se ha registrado en España –dice la OIT–, donde el desempleo de los jóvenes se ha duplicado, pasando de menos del 20% en 2007 a superar el 40% actual. Teniendo en cuenta que la tasa de desempleo juvenil en el mundo se estableció en un 12,6% en 2010, la situación de nuestro país es dramática.

Sobrecualificados

Los universitarios, por el hecho de tener estudios superiores, lo tienen algo más fácil, pero su trayectoria desde hace tres años tampoco ha sido un camino de rosas. El desempleo de los titulados superiores en España se duplicó entre 2007 y 2009 hasta alcanzar una tasa del 9,4%, cuando en el resto de la UE el incremento fue de un punto, con un 4,8% de los licenciados y diplomados sin trabajo, según el último informe anual de la Fundación Conocimiento y Desarrollo, presidida por Ana Patricia Botín, responsable del Banco Santander en el Reino Unido.

Una alta cualificación unida a la necesidad de ganarse la vida y acceder a un puesto de trabajo a como dé lugar son un caldo de cultivo para que prolifere la sobrecualificación, que se produce cuando la preparación del empleado excede la que exige el puesto que se va a desempeñar.

De esto también los españoles sabemos bastante. Según datos de la OCDE, España es el país con mayor nivel de sobrecualificación en su población laboral –más del 25%–, pero es que entre los jóvenes la cifra se acerca al 44%. La sobrecualificación genera desmotivación en el empleado, pero puede llegar a convertirse en un problema de alcance nacional. Así lo ponen de manifiesto Juan Hernández Armenteros, José Antonio Pérez García y Jorge Hernández Chica, director y autores, respectivamente, del informe «La Universidad española en cifras 2010», publicada por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). «A nivel individual la sobrecualificación produce insatisfacción laboral, menores salarios y propicia una merma en la rentabilidad económica esperada por la inversión en educación que semanifiesta negativamente en la productividad y, en consecuencia, en el crecimiento económico del país», afirman.

El CV «maquillado»

Con este panorama a la vista, la consultora Adecco ha detectado un fenómeno que, aunque no es grave, sí es, al menos, como para estar alerta. Algunos trabajadores con alta cualificacióny, al alimón, desempleados de larga duración, mienten en el currículum, recortan su formación con el fin de que un exceso de cualificación no sea sinónimo de rechazo cuando pretenden acceder a un puesto. «El porcentaje es muy pequeño, de entre un 5 y un 10%, así que no es preocupante, pero esto sí nos está sirviendo para recomendar que el currículum hay que realizarlo con honestidad», afirma Susana Sousa, directora de servicio de Adecco.

El número de parados de larga duración alcanza en España los dos millones de personas y muchos de ellos cuentan con una cualificación media o alta, así que deciden acudir a los procesos de selección para empleos que están por debajo de su formación y experiencia. «Hace 3 o 4 años costaba mucho cubrir algunos puestos, pero ahora mucha gente con una formación diferente intentan acceder a ellos. Es el caso del ‘call center’ o el ‘retail’», dice Sosa.

Pero, ¿por qué los encargados de selección rechazan en ocasiones a los empleados con más formación que la necesaria para el puesto? En general, porque opinan que la fidelidad del empleado puede ser menor. «Lo que  pueden pensar los empleadores es que va a haber rotación: si encuentran un puesto mejor, dejarán este, no sin cierta razón», opina la directora de servicio de Adecco.

Sin embargo, a pesar de estas dificultades, la educación nunca está de más ni puede convertirse en un bache para el empleo. «La formación no pesa, aunque a veces puede sorprender que un ingeniero hable cuatro idiomas y no tenga trabajo», dice Sosa. Lo que este ingeniero debe hacer en la  entrevista de trabajo, según la experta, es demostrar que tiene ganas y utilizar justamente su elevada formación como un beneficio para convencer de que es una persona constante y que ha invertidomucho esfuerzo personal en formarse. «No hay que esconder lo que hemos hecho,más bien habría que preguntarle al entrevistador si, más adelante, habría posibilidades de promocionar», añade Sosa.

El propio Ministro de Educación, Ángel Gabilondo, ya intentó zanjar el tema de la sobrecualificación diciendo que «nunca hay demasiada formación, nunca hay sobrecualificación» y, recientemente, en una conferencia, ha llegado a asegurar que quien no tenga formación cualificada será «carne de Expediente de Regulación de Empleo». Además, ha añadido que la formación es «la mejor inversión. Si alguien lo considera caro, que pruebe con la ignorancia. Entonces sabrá lo que es caro de verdad».