Carmen Etxevarría tiene 27 años y es diplomada en Trabajo Social. Al acabar sus estudios, comenzó a trabajar de teleoperadora «para ganarme la vida» mientras simultaneaba su horario laboral con un programa de voluntariado relacionado con su carrera. «Trabajaba en un empleo no remunerado con discapacitados. Lo hice para no perder la estela profesional que había comenzado, ya que no hay oportunidades de trabajo si no tienes experiencia laboral previa», cuenta. Luego, cuando tuvo esa experiencia, se encontró con que no tenía dónde pedir trabajo. «Envié cientos de currículums e, incluso, fui a las empresas, pero nada», se queja. Todo cambió desde que descubrió las redes sociales de contactos. De momento no ha encontrado nada, pero sí ha hecho algunos contactos a través de la página web www.xing.com, una red social para profesionales, como LinkedIn u otras, que reúne a millones de usuarios repartidos por el mundo. «He descubierto que es una especie de Tuenti de las relaciones sociales. Haces amigos que te avisan si se enteran de que puede haber un puesto de trabajo que, creen, puede interesarte», descubre Etxevarría.

Lo que ha hecho Carmen es acudir al «networking» o mercado de trabajo oculto, la bolsa de trabajo que no llega a las vías convencionales de búsqueda de empleo –como las empresas de selección, «headhunting», anuncios en prensa– y que, alimentada a través de las redes sociales y de los contactos personales, concentra la mayor parte de las ofertas de empleo  disponibles.

Es más, según un estudio de Atesora Conocimiento, una empresa que, perteneciente al grupo Árbora, enseña a empleados y empleadores a manejarse en la búsqueda de oportunidades en el mercado laboral. «El 80% de las ofertas de empleo se mueven en este mercado oculto». En palabras de Lola Vallejo, responsable del área de transición profesional de Atesora, la crisis ha venido a aumentar la dimensión de esta parte del mercado laboral. «Cuando las compañías se han dado cuenta de que pueden cubrir su demanda laboral con conocidos, recomendados y contactos profesionales, han dejado de invertir en procesos de ‘headhunting’», asegura Vallejo.

Nekane Rodríguez, directora general de Creade Lee Hecht Harrison, del grupo Adecco, añade que esta reducción de gastos se hace posible gracias a que «el exceso de candidaturas en el mercado hace que las compañías no tengan necesidad de subcontratar la búsqueda de empleo. Las redes de contactos hacen, gratuitamente, la búsqueda y el primer filtrado de candidaturas que antes hacían esas subcontratas».

Cuestión de confianza

Hay que tener en cuenta que es poco probable que, por propia autoprotección del puesto de trabajo y de la propia promoción dentro de la compañía, alguien vaya a avalar a una persona en quien no confía. Otra cosa es que dicho profesional resulte un buen fichaje pero, como señala Nekane, «ese es un riesgo inherente al propio proceso de contratación y las empresas lo tendrán en cuenta». Aún así, los empleadores ya han detectado que esta forma de contratar también minoriza los riesgos. Por lo que alude a los beneficios para el empleado, Lola Vallejo destaca que «si el empleado recomendado es capaz de hacer un buen desempeño de su puesto de trabajo tendrá más posibilidades de quedarse en la empresa».

La confianza que lleva innata un contacto hace que acudan al mercado oculto sectores que, por sus propias características, la demandan, como son banca, empresas farmacéuticas y economía de consumo. Algo muy habitual es que, cuando alguien está buscando empleo, se dedique a entregar su currículuma todo el mundo. En opinión de Nekane, «esto no lleva a ningún sitio y es un error derivado de la época de bonanza laboral de la que  venimos. Tenemos que darnos cuenta de que las reglas del mercado laboral han cambiado radicalmente. Todo ha ido tan rápido que no nos ha dado tiempo a prepararnos a una oferta de trabajo precaria y con mucha  competencia».

Así pues, lo primero sería tener un objetivo definido de hacia dónde queremos ir y cómo conseguirlo. Vallejo añade que es necesario «saber comunicar qué es lo se está buscando y mostrar en qué se es realmente bueno».

Si en algo están de acuerdo los expertos consultados es que, sin tener un rumbo claro, no se irá a ningún sitio. Nekane subraya la fatalidad de decir «yo lo que quiero es trabajar, pero no sé dónde». El «no sé» nunca va a funcionar. Hay que saber dónde se quiere ir y para ello ayuda mucho la red de contactos, puesto que te permite enfocar tu búsqueda hacia las empresas a las que te quieres dirigir.

Lola Vallejo, en lo que se refiere a la presencia del demandante en las «ciber-redes» de contactos, alude a que a la hora de gestionar la presencia en Internet hay que aportar un perfil bien definido, tanto a nivel personal como profesional: qué trabajos se han desempeñado, qué sectores se conocen y qué se busca. «Lo habitual no es encontrar, directamente, un puesto de trabajo, sino ir encontrando información para ir dirigiendo tu búsqueda», dice Vallejo.

Todos son contactos

¿No se conoce a nadie? Craso error. Todos tenemos amigos, familiares, conocidos y, a su vez, cada uno de ellos tiene un promedio de cien contactos. Nekane dice conocer a gente que ha encontrado trabajo «a través de la peluquera de su madre». Según Lola Vallejo, no se debe hacer un juicio previo sobre los contactos que tenemos, sino ponerlos todos encima de la mesa. «No hay que descartar nada. Símplemente, hay que dejar claro que se está en un búsqueda activa de empleo y no dejar ningún círculo aparte: amigos, vecinos, gimnasio, antiguos compañeros de curso… todo vale».