La salud física y mental es un asunto que debería importar, y mucho, a todos los empresarios. Con algunos cambios en el sistema de trabajo diario se puede reducir considerablemente el absentismo por trastornos derivados del estrés. Según Reyes Rite, presidenta del Instituto de Resiliencia y Desarrollo Emocional (IRYDE) y consultora y especialista en ‘coaching’ ejecutivo, «el empresario debería preocuparse por dar a sus trabajadores el mejor ambiente de trabajo posible. Hay muchos estudios que demuestran que invertir en estos aspectos es invertir en el propio negocio».

Grandes ventanales que proporcionen luz natural, muebles ergonómicos que se adapten a la anatomía del trabajador y al tipo de trabajo, tonos cálidos en las paredes que proporcionen un ambiente de concentración… «Las posibilidades de inversión y de mejora van a ser diferentes en cada caso, pero el empresario debería ponerse en manos de un experto. Muchas veces no se hace necesario gastar mucho para mejorar el ambiente de trabajo», explica Rite.

Según diversos estudios, y en opinión, también, de esta experta, trabajar, por ejemplo, en un ambiente con mala ventilación o mal iluminado puede ser fuente de depresiones y procesos de estrés entre los trabajadores. Además, añade Rite, «el estrés son ondas, vibraciones y energías negativas que rebotan, que pueden propagarse, de manera contagiosa, entre los trabajadores de una empresa».

Mejorar la resiliencia

Cuando la adversidad llega, lo único que resta hacer es tratar de sobreponerse a ella. Es entonces cuando hay que poner en marcha los mecanismos aprendidos a través del conocimiento de la resiliencia. Apunta Rite que esta novedosa ciencia, nacida a comienzos del siglo XX en Estados Unidos, corresponde, en realidad, «a la capacidad que tenemos los seres humanos para, no solo superar la adversidad, sino, también, sobreponernos a través de ella».

Desarrollar estrategias de resiliencia supone, para las personas, contar con herramientas que ayuden a mejorar la resistencia de su sistema  inmunológico y emocional, lo que, a su vez, repercutirá en el aumento de la productividad en el trabajo…«y en el recorte de las bajas, que, muchas veces, manifestadas en forma de resfriados y anginas, esconden situaciones de estrés que desembocan en esas bajas laborales tan costosas para el empresario».

Inmersos como estamos, sobre todo en Occidente, en esta crisis económica que tanta incertidumbre y vulnerabilidad empresarial y personal está provocando, se ha acabado por recurrir a la resiliencia como una suerte de salvavidas. Rafaela Santos, neuropsiquiatra y presidenta de la Fundación Humanae y del Instituto Español de Resiliencia, después de definir resiliencia «como el desarrollo de capacidades para afrontar la adversidad, adaptarse a ella y salir fortalecido» promueve «prevenir la ansiedad para no caer en la depresión, puesto que la una y la otra van de la mano. En España se hace muy poca prevención laboral relacionada con temas psiquiátricos». Así, entorno a las causas que provocan ansiedad, Santos no ve una sola razón: «Es una suma de problemas externos que afectan más a la persona con una estructura psicológica débil, puesto que esos mismos factores, a una persona más resistente, no le afecta tanto. Esas causas suelen ser o un conflicto externo que la persona no es capaz de superar, o uno que mantiene mucho tiempo en una situación conflictiva, lo que lleva a debilitar los neurotransmisores que afrontan el estrés».

Desde la presidencia del Instituto Español de Resiliencia se ha desarrollado un programa que en nueve sesiones, enseña a la persona a desarrollar las capacidades que necesita para afrontar esos conflictos generadores de ansiedad, haciéndose más fuerte. En el medio laboral, inestable en estas épocas de crisis, o en el familiar se generan, según Santos, «circuitos neuronales del miedo, ante los que un cerebro puede generar hormonas capaces de trasmitir confianza al individuo».

Sobre las causas ambientales que provocan ansiedad en el trabajo, y«aparte de un mal jefe y las malas relaciones con los compañeros», Santos  también alude a una mala calidad del espacio físico. Por abaratar costes en este aspecto, muchas empresas dan a sus trabajadores malas condiciones de ergonomía en el trabajo: falta de luz, mal mobiliario… A la hora de combatir esta ansiedad y estrés, Santos considera importante que el trabajador sepa desconectar de una permanente localización, a través, por ejemplo,  el móvil o el correo electrónico. La permanente conexión provoca mucha ansiedad, al colocar todas las ocupaciones y tareas en primer plano, lo que,   a su vez, hace bajar la productividad.

La experta considera que estamos en la sociedad de la prisa: «Las tareas se interrumpen las unas a las otras… Hay que saber estar conectado priorizando, y evitando que ese estrés salte a la esfera privada de la persona, que acaba no siendo dueño ni de su vida, ni de su tiempo, ni de nada». Y es que no saber gestionar la parcela laboral puede romper la parcela personal.