Ignacio López Domínguez, director de programas MBA de Nebrija Business School.

La cuestión ya no es si debemos creer más lo que uno afirma, y que se contradice con las declaraciones de otro. El asunto es que los políticos, en general, van a un ritmo completamente diferente al de empresas y consumidores y, por tanto, su visión de la realidad no se ajusta plenamente a lo que cualquier mortal «padece».

La anterior afirmación viene al hilo de escuchar esta misma semana declaraciones de responsables políticos de  diferente pelaje como Joaquín Almunia o Luis De Guindos, en el sentido de que la crisis ya está siendo superada, argumento que se contradice con algunos datos como el crecimiento negativo (recesión para entendernos, porque crecer de forma negativa resulta bastante complicado) que sufre España, o las previsiones de algún servicio de estudios de una entidad financiera que señalan a un incremento en el número de parados (y en nuestra opinión, todo el mundo puede comprender que si eso se acaba finalmente produciendo, no será  indicador de nada bueno).

Está claro que, en la mayoría de las ocasiones, los políticos intentan vendernos una realidad edulcorada, seguramente para que no suframos, apoyando esos argumentos, siempre positivos, en algunas estadísticas que –como no todo puede ir mal muestran señales de recuperación. Pero no dejan de ser más que eso, señales, que no nos guiarán al final del abismo si no se siguen realizando las reformas oportunas, algunas tímidamente iniciadas (mercado laboral, sector financiero), otras a la espera de acometerse (administración pública, o en plural, si lo prefieren).

De ahí la afirmación del tempo diferente del político que, eso, intenta ganar espacio al calendario para ver si todo se soluciona por el mero paso de los días, frente al  resto de las personas o empresas, a las que el día a día les consume y solo quieren una solución, inmediata, a sus problemas.

Pues nosotros no nos creemos ni a uno ni a otro, porque además nos da igual. Y ese es nuestro consejo para todos. Lo que tenga que ser, será. Y da lo mismo si ahora estamos saliendo o seguimos entrando. Lo importante es lo que cada uno de nosotros podemos hacer para que nuestra situación personal mejore y, desde ahí, que todo el país salga adelante. Solo con un esfuerzo y un cambio de actitud por parte de todos, la recuperación / salida / salvación / crecimiento, será posible.

Es la hora de los políticos valientes, de los empresarios arriesgados (que no osados), de los trabajadores decididos. ¿Nos creen? 

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